Centro de Profesionales de la Acción Católica "SANTO TOMÁS DE AQUINO" de Buenos Aires, Argentina.

23 de marzo de 2020

"RARO" DOMINGO DE LAETARE 2020 CONVIVIENDO CON EL CORONAVIRUS


AYER FUE UN DOMINGO "RARO"


(Reflexión de un laico 
sobre el IV Domingo de Cuaresma de Laetare del año 2020)


XIII Estación del Vía Crucis de la Basílica porteña del Espíritu Santo


       Benedicto XVI, en su primer viaje fuera de Roma como Papa (28 de mayo de 2005), fue a Bari. Allí, la Iglesia en Italia celebraba el XXIV Congreso Eucarístico Nacional. Estaba programado para que lo presidiera el Papa san Juan Pablo II (que falleció el 2 de abril de 2005)

       En la homilía de la Misa de Clausura de dicho Congreso, el Papa Ratzinger se refirió al lema de esa convocatoria ("SINE DOMINICO NON POSSUMUS VIVERE" que traducido expresa: "SIN EL DOMINGO NO PODEMOS VIVIR"), memorando a los llamados Mártires de Abitinia, una página muy luminosa de la vida de la Iglesia.

       Copio abajo unos párrafos de dicho mensaje papal (1) que recuerdo vivamente.

       Al leerlos otra vez pienso: ¡Qué difícil es congeniar esas sabias palabras del gran Papa teólogo con estos tiempos de "aislamiento social obligatorio" establecido por el gobierno nacional!, cuya decisión comprendo y acato, en aras del bien común.

       Como fieles laicos católicos, vivimos en el mundo e intentamos cada domingo estar al "pie de la Cruz" (“Iusta Crucem...” Jn.19, 25) participando en la actualización incruenta del mismo sacrificio redentor, para alimentarnos sobrenaturalmente de aquella vida que nace de la Eucaristía como un manantial que brota hasta la vida eterna.

      Éste fue un raro DIES DOMINI (de esta expresión latina proviene la palabra "DOMINGO" = "EL DÍA DEL SEÑOR")

       Porque en este Domingo (como lo hacemos dominicalmente) no pudimos participar, en la forma habitual, en la que es "la fuente y el culmen de la vida cristiana" (cfr. CIC 1324). Tuvimos otras maneras de acompañar este día a través de las múltiples formas audiovisuales online, cada uno virtualmente, desde su individual monitor, unidos a la Iglesia en todo el mundo, o a través de ejercicios religiosos de oración y meditación personal.

        Son éstos, días cuaresmales de una inusitada fuerza espiritual, con una perspectiva distinta, que nos impulsan a valorar más el "Dies Domini", con Sagrarios casi abandonados y templos consagrados cerrados y vacíos.

      Un Domingo raro que se pareció más a un "Viernes Santo" -único día en el año en que la Iglesia no celebra la Misa-. Y sin siquiera el viático reparador, haciendo una "comunión de deseo" con una intensidad excepcional.

        Un Domingo raro, paradójicamente llamado "de Laetare ", sin el brillo propio del "Dies Domini" y que tuvo, más bien, las características de un profético "Dies irae" (2). Que nos alerta acerca de un mundo que camina por oscuras quebradas, que no sigue la voz del Buen Pastor que guía por el recto camino, que no percibe sus pasos ni puede ver su cayado de madera, que nos remite a su Cruz redentora.

       Por todo ello, expresamos nuestros fervientes deseos:

§  Que los mártires de Abitinia intercedan por esta situación anémica excepcional.

§  Que sepamos valorar y agradecer lo que tantos sacerdotes ofrecen en estos días de silencio: la Misa “sin pueblo”.

§   Que quienes tenemos el gran don de tener muchos templos a dónde acudir ordinariamente para participar del Sacrificio del Altar, reconozcamos que en otros lugares de nuestro país y del mundo muchos deben recorrer largas distancias para cumplir el precepto dominical.

§ Que el Señor se apiade de nosotros y retomemos -cuando concluya esta difícil coyuntura- con más fervor la Misa dominical.

§          Que, en tanto no podemos dar culto público a Dios como quisiéramos, aprovechemos esta inmensa oportunidad para ofrecer un culto interior, en “espíritu y en verdad”.

"¡Señor, danos siempre de ese Pan!". (cfr. Jn. 6,34)

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NOTAS


(1) DE DICHA HOMILIA DE BENEDICTO XVI:

"Este Congreso Eucarístico, que hoy se concluye, ha querido volver a presentar el domingo como "Pascua semanal", expresión de la identidad de la comunidad cristiana y centro de su vida y de su misión. El tema elegido, "SIN EL DOMINGO NO PODEMOS VIVIR", nos remite al año 304, cuando el emperador Diocleciano prohibió a los cristianos, bajo pena de muerte, poseer las Escrituras, reunirse el domingo para celebrar la Eucaristía y construir lugares consagrados al culto divino.

En Abitina, pequeña localidad de la actual Túnez, 49 cristianos fueron sorprendidos un domingo mientras, reunidos en la casa de Octavio Félix, celebraban la Eucaristía desafiando así las prohibiciones imperiales. Tras ser arrestados fueron llevados a Cartago para ser interrogados por el procónsul Anulino. Fue significativa, entre otras, la respuesta que un cierto Emérito dio al procónsul que le preguntaba por qué habían transgredido la severa orden del emperador. Respondió:  "Sine dominico non possumus"; es decir, sin reunirnos en asamblea el domingo para celebrar la Eucaristía no podemos vivir. Nos faltarían las fuerzas para afrontar las dificultades diarias y no sucumbir. Después de atroces torturas, estos 49 mártires de Abitina fueron asesinados. Así, con la efusión de la sangre, confirmaron su fe. Murieron, pero vencieron; ahora los recordamos en la gloria de Cristo resucitado. 

Sobre la experiencia de los mártires de Abitina debemos reflexionar también nosotros, cristianos del siglo XXI. Ni siquiera para nosotros es fácil vivir como cristianos, aunque no existan esas prohibiciones del emperador. Pero, desde un punto de vista espiritual, el mundo en el que vivimos, marcado a menudo por el consumismo desenfrenado, por la indiferencia religiosa y por un secularismo cerrado a la trascendencia, puede parecer un desierto no menos inhóspito que aquel "inmenso y terrible" (Dt 8, 15) del que nos ha hablado la primera lectura, tomada del libro del Deuteronomio. 

En ese desierto, Dios acudió con el don del maná en ayuda del pueblo hebreo en dificultad, para hacerle comprender que "no sólo de pan vive el hombre, sino que el hombre vive de todo lo que sale de la boca del Señor" (Dt 8, 3). En el evangelio de hoy, Jesús nos ha explicado para qué pan Dios quería preparar al pueblo de la nueva alianza mediante el don del maná. Aludiendo a la Eucaristía, ha dicho: "Este es el Pan que ha bajado del cielo; no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron:  el que come este Pan vivirá para siempre" (Jn 6, 58). El Hijo de Dios, habiéndose hecho carne, podía convertirse en Pan, y así ser alimento para su pueblo, para nosotros, que estamos en camino en este mundo hacia la tierra prometida del cielo. 

Necesitamos este Pan para afrontar la fatiga y el cansancio del viaje. El Domingo, día del Señor, es la ocasión propicia para sacar fuerzas de Él, que es el Señor de la vida. Por tanto, el precepto festivo no es un deber impuesto desde afuera, un peso sobre nuestros hombros. Al contrario, participar en la celebración dominical, alimentarse del Pan eucarístico y experimentar la comunión de los hermanos en Cristo, es una necesidad para el cristiano; es una alegría; así el cristiano puede encontrar la energía necesaria para el camino que debemos recorrer cada semana".

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(2) "Dies irae" es un himno latino, cuyo autor es Tomás de Celano, que fue el biógrafo de san Francisco de Asís. Se considera el mejor poema del latín medieval. En ese texto se narra el día del Juicio Final, con la última trompeta llamando a los muertos al trono divino para su salvación o condenación.








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