Centro de Profesionales de la Acción Católica "SANTO TOMÁS DE AQUINO" de Buenos Aires, Argentina.

24 de septiembre de 2017

HALAGAR AL MUNDO

Copio un breve e interesante artículo del periodista español Juan Manuel de Prada, donde hace un diagnóstico de la sociedad española actual (que bien cabe también para nuestra Argentina) que vive al margen –e incluso enfrentando- los valores cristianos.

Se refiere a una situación eclesial muy difundida y que está a la vista, que obnubila la verdadera misión de la Iglesia. Es un "revival" de los años setenta, (planteado ahora en términos de una falsa tolerancia y un esquema "políticamente correcto") cuyos ejes temáticos son la ofuscación del orden sobrenatural y del don de la gracia divina. 

Su resultante es un devastador languidecimiento del espíritu apostólico y una descomposición del entramado cristiano de la vida social:



HALAGAR AL MUNDO

Por Juan Manuel de Prada

        Aunque el antagonismo de la Iglesia con el mundo es invariable, a lo largo de la Historia han variado mucho sus modalidades: la Iglesia proclama la pobreza cuando el mundo se postra ante la riqueza, la mortificación cuando el mundo se entrega a la concupiscencia, la razón cuando el mundo se entrega al sentimentalismo, la fe cuando el mundo se rinde al racionalismo cientificista, etcétera.

        El halago al mundo se produce cuando la Iglesia se allana a la mentalidad del mundo, cuando la religión del Dios hecho hombre se pliega ante la nueva religión del hombre hecho Dios. Ya no se trata de reconocer la justa autonomía de las realidades seculares -que la Iglesia siempre había reconocido- sino de aceptar la total y radical independencia de tales realidades, que con frecuencia se configuran no solo al margen de la religión, sino incluso enfrentadas a ella.

        Así se ha producido un paulatino desenganche de la sociedad en sus formas de organización política y en sus expresiones culturales de la visión cristiana, hasta el extremo de que los propios creyentes e incluso los religiosos, empujados por un espíritu camaleónico de asimilación al mundo, han adoptado como propias actitudes que excluyen la intervención de lo sobrenatural.

        Todos estos procesos habían sido combatidos por la Iglesia durante siglos. Pero tras la Segunda Guerra Mundial, y muy especialmente desde los años sesenta, la Iglesia entraría en un proceso que Pablo VI denominó “autodemolición”, que aceleraría el declive religioso en las sociedades occidentales.

        Tal declive, aunque retardado, golpearía crudamente a nuestra sociedad, donde ya el treinta por ciento de los españoles se declara abiertamente ateo, y donde la práctica religiosa ha decrecido hasta hacerse minoritaria, a la vez que la doctrina católica en cuestiones de moral pública y privada es cada vez menos escuchada; e incluso tergiversada y oscurecida desde altas instancias, en un esfuerzo por acomodarse al mundo, o siquiera de no “molestarlo”.

        Entretanto, la acción caritativa se dedica a remediar las consecuencias del pecado, y no a combatir el pecado mismo. Y la liturgia ha sido sometida a un proceso paulatino de desacralización.

        Pablo VI se preguntaba en cierta ocasión: “¿Es así como debe entenderse el significado de la palabra magistral de Jesús, que nos quiere ‘en el mundo’, pero no ‘del mundo’? ¿No ha llamado y escogido Él a sus discípulos, a aquellos que debían extender y continuar el anuncio del reino de Dios, distinguiéndoles, más aún, separándolos del modo común de vivir, y pidiéndoles que lo dejaran todo para seguirle solamente a Él?”.

        Esta misma pregunta me hago cuando veo a tantos clérigos obsesionados en halagar al mundo…






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