UN
SÍMBOLO DE PAZ ENTRE ARGENTINA Y CHILE
Hoy se cumplen 114 años de la inauguración del monumental Cristo Redentor de los Andes.
(13 de marzo de 1904)
El monumento al Cristo Redentor es una obra realizada por el escultor argentino Mateo Alonso que fue erigida en el paso de Uspallata, junto en la línea de la frontera argentina-chilena a 3854 msnm, por iniciativa de monseñor Marcolino Benavente, obispo de Cuyo e inaugurado el 13 de marzo de 1904.
Conmemora la superación pacífica de un conflicto por cuestiones de límites que había llevado a ambos países a estar al borde de la guerra.
La Argentina y Chile, que en la actualidad comparten unos 4.500 km de frontera, mantuvieron numerosas discusiones sobre cuáles debían ser los lugares de la cordillera de los Andes por donde debía pasar el límite entre los dos países.
Entre 1898 y 1904 ambas naciones incrementaron considerablemente sus armas bélicas: en Chile, donde gobernaba el presidente Federico Errázuriz, compraron un crucero, tres destructores y dos acorazados británicos. En la Argentina, donde el presidente era Julio Argentino Roca, la armada adquirió dos acorazados italianos.
Aunque ambos presidentes se habían reunido en febrero de 1899 para llegar a un acuerdo pacífico, en el inicio del siglo XX, se difundieron en ambos países los rumores de una guerra. Se exageraban incidentes de poca importancia y la prensa alentaba el clima bélico.
El Papa León XIII dirigió una serie de cartas encíclicas rogando por un mundo de paz y armonía y reclamando una mayor devoción por el Cristo Redentor. Teniendo en cuenta esta petición y preocupado por la posibilidad de un conflicto armado entre Argentina y Chile debido al litigio fronterizo de larga data, el dominico y obispo de Cuyo, monseñor Marcolino del Carmelo Benavente, prometió públicamente, en 1900, realizar una colecta para erigir una estatua al Cristo Redentor que recordara el mensaje de paz que Jesús había traído al mundo: “La forma que hemos determinado para manifestar la fe y la gratitud es erigir una estatua colosal en la cumbre de los Andes a Cristo Redentor”
El Cristo mide casi 7 metros de alto y pesa 4 toneladas. Su pedestal fue proyectado por el ingeniero mendocino Juan Molina Civit a partir de un bosquejo del escultor. La altura del mismo era de 6 metros de alto y fue construido de hormigón y acero laminado para poder soportar los fuertes vientos de la cordillera.
En 1904 las piezas de bronce del Cristo se transportaron desde Buenos Aires 1200 km por tren hasta cerca del pequeño poblado argentino de Las Cuevas y luego se las subió a lomo de mula hasta la cumbre andina, a 3854 m.
El 15 de febrero de 1904 quedó terminado el pedestal de granito diseñado por Civit trabajando unos cien obreros para su construcción. El escultor Mateo Alonso dirigió los trabajos de montaje de las piezas que forman el Cristo. La figura de Jesús se colocó de manera que mira siguiendo la línea del límite, en pié sobre la mitad de un globo terráqueo. Con la mano izquierda sostiene la cruz, de 7 metros de alto, apoyada sobre el hemisferio terrestre, y con la derecha parece impartir la bendición.
En la mañana del 13 de marzo de 1904, pese a lo inhóspito del lugar, llegaron hasta Las Cuevas, por tren, tanto la comitiva argentina como la gente que quería presenciar el acto. Se calcula que presenciaron el acontecimiento unas 3.000 personas.
Las tropas argentinas se colocaron del lado chileno frente al Cristo y entonaron el Himno Nacional chileno; a la inversa, las tropas chilenas se colocaron del lado argentino para ejecutar el Himno Nacional de su vecino.
Estuvieron presentes el arzobispo de Buenos Aires, Mariano Antonio Espinosa, los obispos Monseñor Benavente de Cuyo (Argentina) y Monseñor Ramón Ángel Jara de San Carlos de Ancud (Chile).
Se corrió entonces el velo que tapaba al Cristo y se lanzaron 21 nuevas salvas.
Se ofició una Misa, y el obispo Jara pronunció la frase que numerosas veces sería recordada:
Y cuando las futuras generaciones suban por estos desfiladeros, conducidos por brazos del vapor, no encontrarán, como en las Termópilas, escrito con sangre en las desnudas piedras, aquel testamento de los heroicos espartanos: "Aquí rendimos la vida por defender las patrias leyes". Antes bien, llegarán a esta cumbre, y en el bronce de este glorioso monumento verán grabada con caracteres de fuego una leyenda sublime: "Se desplomarán primero estas montañas, antes que argentinos y chilenos rompan la paz jurada a los pies del Cristo Redentor".
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