Centro de Profesionales de la Acción Católica "SANTO TOMÁS DE AQUINO" de Buenos Aires, Argentina.

9 de marzo de 2018

DE LA VIDA EREMÍTICA


LAS ERMITAS DE CÓRDOBA, ESPAÑA

Leído en un artículo de un periódico español que, en pocas palabras, muestra un ejemplo de aquel temple austero y religioso que caracterizó a toda España, y la hizo grande.



       Cuesta hacerse, en los tiempos que corren, una idea siquiera aproximada acerca de la vida de los eremitas, aquellos que buscaban soledad y silencio, forzosa incomodidad y aislados parajes.
       En Córdoba, España, allá arriba donde de noche puede verse una imagen iluminada del Sagrado Corazón, se pueden visitar “Las Ermitas”, un conjunto de pequeñas edificaciones (más de una docena) en las que vivían desde el siglo XVIII trece frailes que, en realidad, eran ermitaños aislados del mundanal ruido.
       El paraje era conocido como el “cerro de la cárcel en el desierto de Nuestra Señora de Belén para meditar y llevar una vida de austeridad”, en lo alto de las sierras cordobesas.


       Cada ermita consta de dos pequeñas habitaciones, minúsculas, y un pequeño huerto en el que cada individuo plantaba sus cosas.
       Vivían en esa ‘ermita’, hablaban poco entre ellos, se levantaban a las dos de la mañana para celebrar maitines en la iglesia del conjunto, volvían a dormir a las cuatro, y a las seis, de nuevo, eran llamados por la campana para asistir a la misa.
       Así un día y otro día, durmiendo sobre un camastro de madera y recordando a diario cualquiera de sus muchas inscripciones colgadas por doquier:
«Detén el paso y advierte
que este lugar te convida
a que mueras en la vida
para vivir en la muerte».

       Ellos cocinaban a diario un potaje que sacaban a la puerta para dar de comer a los pobres de Córdoba, que subían a diario por la cuesta del Reventón, siendo cierto que a veces se quedaban sin comida de la de necesitados que se aglomeraban.

       Su vida era vestir toscamente de fraile y asomarse de vez en cuando al balcón natural desde el que se ve la vega del Guadalquivir y la ciudad de forma privilegiada.

       Hoy es conservado por cuatro carmelitas descalzos y visitado por todo cordobés que se precie. 




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