SOLEMNIDAD DE
PENTECOSTÉS
Bóveda del ábside de la Basílica porteña del Espíritu Santo
Concluyendo
el tiempo pascual, la Iglesia conmemora la venida del Espíritu Santo, que
confesamos en el Credo como “Señor y
Dador de Vida” (Símbolo de la fe, año 381)
La
tercera persona de la Santísima Trinidad es quien impulsa y da el santo
aliento.
Se
cumple así la antigua profecía de Ezequiel: “… les daré otro corazón y infundiré
en ellos un espíritu nuevo: arrancaré de su cuerpo el corazón de piedra y les
daré un corazón de carne…”
(cfr.11, 19)
Es
la Luz santísima que ofrece descanso en el trabajo, santa tregua en las fatigas, templanza
de las pasiones, frescor en las horas de bochorno, alegría en nuestro llanto y santa paz en las aflicciones
Este “dulce huésped del alma” nos regala sus dones:
don de sabiduría,
de entendimiento,
de consejo,
de fortaleza,
de ciencia,
de piedad
y de temor de Dios.
Con la oración colecta de la Misa de la Vigilia de
Pentecostés, rezamos:
Dios todopoderoso y eterno,
Tú has querido prolongar
Tú has querido prolongar
la celebración del misterio pascual
durante cincuenta días;
haz que los pueblos dispersos se congreguen
y las diversas lenguas se unan
en la proclamación de la gloria de tu Nombre.
haz que los pueblos dispersos se congreguen
y las diversas lenguas se unan
en la proclamación de la gloria de tu Nombre.
VENI CREATOR SPIRITUS!
VENI SANCTE SPIRITUS!
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