"ESTE ES EL CORDERO DE DIOS"
(Jn. 1, 35)
El Evangelio de San Juan narra cómo Juan Bautista señala al “CORDERO
DE DIOS” a quienes serán los primeros apóstoles del Señor (cfr. Jn.1, 35)
Este título tiene una expresión magnifica en el conocido
cuadro de Francisco de Zurbarán (c.1635), cuya foto está arriba y que se
encuentra en el Museo del Prado de Madrid.
El pintor extremeño, utilizando la técnica tenebrista (un
fondo oscuro con un objeto muy luminoso que se destaca), muestra a un cordero puesto
sobre una mesa.
Si bien está dentro del género de naturaleza muerta o
pinturas de bodegón (cosas comestibles), trasmite una intensa emoción, como de
alguien vivo. Esta obra del barroco español de la contrareforma es como una
frontera entre “la naturaleza muerta” y la pintura religiosa. Es un cordero
vivo, con sus cuatro patas atadas, dispuesto al sacrificio, con sus bucles de
lana muy destacados.
Transmite con fuerza simbólica el sacrificio del Hijo de Dios,
Cordero inocente que se inmoló para la redención humana.
Y recuerda el texto profético
sublime que leemos en el Triduo Sacro:
"Como oveja llevada
al matadero;
como cordero mudo delante del que lo trasquila,
así no abrió su
boca"
(cfr. Isaías, 53, 7 y Hch. 8, 32)
AGNUS DEI
Miserere nobis et dona nobis pacem!
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