Centro de Profesionales de la Acción Católica "SANTO TOMÁS DE AQUINO" de Buenos Aires, Argentina.

20 de julio de 2019

EL MYSTERIUM LUNAE


La Luna y la Iglesia

El “mysterium lunae” en los Padres de la Iglesia





También Juan Pablo II habló de la Iglesia como “mysterium lunae” en la “Novo millennio ineunte”:

“Un nuevo siglo y un nuevo milenio se abren a la luz de Cristo. Pero no todos ven esta luz. Nosotros tenemos el maravilloso y exigente cometido de ser su «reflejo». Es el ‘mysterium lunae’ tan querido por la contemplación de los Padres, los cuales indicaron con esta imagen que la Iglesia dependía de Cristo, Sol del cual ella refleja la luz. Era un modo de expresar lo que Cristo mismo dice, al presentarse como «luz del mundo» (Jn 8,12) y al pedir a la vez a sus discípulos que fueran «la luz del mundo» (cf Mt 5,14).Ésta es una tarea que nos hace temblar si nos fijamos en la debilidad que tan a menudo nos vuelve opacos y llenos de sombras. Pero es una tarea posible si, expuestos a la luz de Cristo, sabemos abrirnos a su gracia que nos hace hombres nuevos” (n. 54).

La luz que Cristo presta a su Iglesia es semejante a la luz que el Sol presta a la Luna. Su calidad pálida, cual “reflejo semioscuro”- como decía San Buenaventura- expresa una verdad que los ojos mortales no pueden contemplar directamente.

Y Santo Tomás añadía, refiriéndose a las diversas fases de la Luna-Iglesia:

“Ya sea bella como la Luna que con paz y seguridad crece, ya sea decreciendo oscurecida por las adversidades”.

Orígenes veía en la Iglesia la Luna nueva, que desaparece para acercarse al Sol, a Cristo, y así decir: “Ya no vivo yo, sino Cristo en mí”.

Y San Agustín deseaba que la Luna fuese absorbida en el Sol: “En sus días florecerá la justicia y una paz abundante, hasta que no haya luna”.

La tez curtida de la Iglesia sería el resultado de la abrasión de la luz del Sol: “No te preocupes por mi tez curtida, ya que es el sol que me ha quemado” (San Buenaventura).
Aunque nuestros pecados oculten la gloria de la Iglesia, nada puede impedir que en su rostro, oscuro pero hermoso, resplandezca el Sol.

Padre Guillermo Juan Morado.


No hay comentarios:

Publicar un comentario