Centro de Profesionales de la Acción Católica "SANTO TOMÁS DE AQUINO" de Buenos Aires, Argentina.

19 de julio de 2019

HACE MEDIO SIGLO RESONÓ LA PALABRA DE DIOS EN LA LUNA


50 años del alunizaje
de la Apolo XI
20 DE JULIO DE 1969

EL EVANGELIO Y LOS SALMOS EN LA LUNA




Los tres astronautas de la misión APOLO XI: Armstrong, Aldrin y Collins.


Este sábado 20 de julio se cumplen 50 años del día en que el módulo lunar Eagle de la misión espacial Apolo 11 aterrizara en el Mar de la Tranquilidad de la Luna.

En ese momento el astronauta Buzz Aldrin tomó el sistema de comunicación y envió el siguiente mensaje al control en tierra:

Me gustaría pedir un momento de silencio. Invito a cada persona que nos esté escuchando, en cualquier parte sea, a contemplar por un momento los sucesos de estas últimas horas y dar gracias del modo que cada uno quiera”.

Esto lo escuchamos todos los que veíamos absortos la trasmisión por televisión de ese acontecimiento. Sin embargo, la NASA censuró el momento espiritual más importante en la historia de la exploración del espacio.

Después que Aldrin terminó de dar el mensaje, leyó el pasaje del evangelio de San Juan:

Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. Quien permanece en Mí, y Yo en él, tiene mucho fruto, porque separados de Mí no podéis hacer nada (Juan 15,5).

Luego abrió dos pequeños paquetes que contenían pan y vino de su iglesia parroquial presbiteriana en Texas.

Mientras su compañero Neil Armstrong miraba en silencio, Aldrin tomó esas especies. Así, la primera comida preparada y consumida en la Luna fue una expresión simbólica de la Última Cena del Señor en el Cenáculo de Jerusalén.

Pero, además, el astronauta presbiteriano tenía un trozo de papel en el que había garabateado algunos versículos del salmo 8: 

«Cuando veo los cielos, obra de tus manos, la Luna y las estrellas que creaste, ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano para que de él te preocupes?». 

Aldrin puso el papel sobre la superficie del satélite y regresó a la nave.

El astronauta tuvo la intención de transmitir estos dos significativos gestos religiosos a la Tierra, pero a último momento la NASA los silenció para evitar exacerbar la batalla legal que estaba llevando a cabo una “militante atea” Madalyn Murray O’Hair, conocida promotora del ateísmo en USA con su “Fundación Ateos de América” y que fue asesinada en 1995. Ella había pedido que en su lápida se escribiera “Mujer, atea y anarquista. Esa soy yo”.

Sietes meses antes, Madalyn había llevado a juicio a la NASA por permitir que los astronautas de la Apolo 8 leyeran el Libro del Génesis en la comunicación de Nochebuena mientras orbitaba alrededor de la Luna.

Cuando la Apollo XI aterrizó en la Luna, la agencia espacial actuó en conformidad con los reclamos de la activista atea y censuró ese extraordinario momento religioso de un creyente fuera de la órbita terrestre.

Esto ocurrió hace ahora medio siglo…

En el inmenso silencio del espacio de nuestro sistema solar, resonó la Sagrada Escritura, proclamada por un hombre de fe.


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