CINCO PELIGROS PARA LA IGLESIA
Del libro “NO ANTEPONER NADA A CRISTO”
del Cardenal Carlo Cafarra
1º) La alternativa a una “Iglesia sin doctrina” no es
una “Iglesia pastoral” sino una “Iglesia del arbitrio y
esclava del espíritu del tiempo”. “Praxis sine theoria caecus in via” (la práctica sin la teoría es
como un ciego en el camino) decían los medievales.
Este peligro es grave, y si no se
derrota, causa daños gravísimos a la Iglesia, al menos por dos razones:
- - La primera es que al ser la doctrina sagrada nada menos que la divina Revelación del plan divino sobre el hombre, si la acción de la Iglesia no está arraigada en ese plan, ¿qué puede la Iglesia decirle al hombre?
- - La segunda razón es que cuando la Iglesia no se protege ante este peligro, corre el riesgo de respirar el “dogma central del relativismo”
En lo que respecta al culto que
debemos a Dios y la atención que debemos al hombre, es indiferente lo que
pienso de Dios y del hombre (la “cuestio de veritate” se convierte en una cuestión
secundaria)
2º) El segundo peligro es olvidar
que la clave interpretativa de toda la realidad, y
en especial de la historia humana, no está dentro de la misma historia. Es la fe.
San Máximo el confesor considera que el verdadero discípulo de Jesús piensa en
todas las cosas por medio de Jesucristo, y a Jesucristo por medio de todas las
cosas.
Un ejemplo de la actualidad lo
pinta claramente: el ennoblecimiento de la homosexualidad a la que asistimos en
Occidente no hay que interpretarlo y juzgarlo como criterio con la corriente
hoy dominante en nuestro medio o el valor moral de respeto que se debe a cada
persona. El criterio debe ser la doctrina sagrada sobre la sexualidad, el
matrimonio y el bimorfismo sexual humano. La lectura de los signos de los
tiempos debe ser una tarea teologal y teológica,
3º) El tercer peligro es el primado de la praxis, peligro de origen marxista. Me refiero
al primado fundacional: “el fundamento de la salvación del hombre es la fe en
el hombre no su acción”. Lo que debe preocupar a la Iglesia no es, en primer
lugar, la cooperación con el mundo en grandes procesos operativos para alcanzar
objetivos comunes . La infatigable preocupación de la Iglesia debe ser que el
mundo crea en Aquél que el Padre envió para salvar al mundo.
El primado de la praxis lleva a
lo que un pensador del siglo pasado llama “la dislocación de las personas
divinas” y entonces la segunda persona divina no es el Verbo sino el Espìritu
Santo.
4º) El cuarto peligro, muy unido
al anterior, es la reducción de la propuesta cristiana a una exhortación
moral. Es el peligro pelagiano, que San Agustín llamaba el horrendo
veneno del cristianismo. Esta reducción tiene el efecto de hacer que la
propuesta cristiana sea aburrida y repetitiva. Sólo Dios y su acción es siempre
imprevisible, y de hecho el centro del cristianismo no es la acción del hombre
sino la acción de Dios.
5º) El quinto peligro es el silencio sobre el Juicio de Dios, por medio de una predicación
de la misericordia divina, hecha de tal modo que corre el riesgo de hacer desaparecer,
de la conciencia del hombre que la escucha, la verdad de que Dios juzga al
hombre.
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