UNOS APUNTES SOBRE
EL AMOR A LA PATRIA
Siguiendo a Santo Tomás de Aquino
Sobre la virtud de la PIEDAD, de la cual deriva el amor a la Patria
La piedad es una virtud especial, derivada de la justicia, y puede
definirse como un hábito sobrenatural que nos inclina a tributar a los padres,
a la patria y a todos los que se relacionan con ellos el honor y servicio
debidos (II-II,101,3)
El motivo de estos actos es porque los padres y a la patria son el
principio secundario de nuestro ser y gobernación.
- A Dios, como
primer principio de ambas cosas se le debe un culto especial, que le
tributa la virtud de la religión.
- A los padres
y a la patria, como principios secundarios, se les debe el culto especial
de la virtud de la piedad.
Los padres son, después de Dios, los
principios de nuestro ser, educación y gobierno. Y la patria, porque también ella es, en cierto sentido, principio de
nuestro ser, educación y gobierno, ya que proporciona a los padres muchas cosas
necesarias o convenientes para ello. Por eso, el patriotismo bien entendido es
una verdadera virtud cristiana.
En cuanto a la virtud del amor a la patria se le oponen dos pecados opuestos:
- Por defecto: el cosmopolitismo
o internacionalismo de los hombres sin patria, que tienen por santo y seña
el viejo adagio de los pagados: “ubi
bene, ibi patria. Estos desconocen a la propia patria con el erróneo
pretexto de que el hombre es “ciudadano del mundo”.
- Por exceso:
el nacionalismo exagerado, que
ensalza desordenadamente a la propia patria como si fuera un bien supremo y
desprecia a los demás países con palabras o hechos, muchas veces calumniosos o
injustos.
Referido a los deberes generales
con la patria, se puede resumir en uno solo: el patriotismo, que no es otra cosa que el amor y la piedad hacia la
patria en cuanto tierra de nuestros mayores o antepasados. Sus principales
manifestaciones son cuatro:
1) Amor de
predilección sobre las demás naciones, perfectamente conciliable con el
respeto debido a todas ellas y la caridad universal, que nos impone el amor al
mundo entero.
2) Respeto y
honor a su historia, tradición, instituciones, idioma, etc. que se
manifiesta, por ejemplo, en el saludo reverente a sus símbolos (la bandera y el
himno nacional)
3) Servicio, como
expresión efectiva de nuestro amor y veneración. Consiste principalmente en el
fiel cumplimiento de sus leyes legítimas (especialmente las tributarias) en el
desempeño desinteresado y honrado de los cargos públicos que el bien común nos
exija y en los deberes de ciudadano, que busquen el progreso y engrandecimiento
de la patria.
4) Defenderla, contra
sus enemigos y perseguidores, exteriores o interiores. En tiempo de paz, con la
palabra, con la pluma y con el ejemplo; en tiempo de guerra, con aquellas armas
que nos sea lícito empuñar para salvaguardar su honor e integridad.
La misma etimología de la palabra PATRIA
refiere a la voz latina patris (padre
o la tierra de los padres). Y justamente la Iglesia, refiriéndose a la
gloria de Dios, a la que todos estamos llamados, llama PATRIA CELESTIAL a la vida eterna en comunión con Dios Padre
todopoderoso.
El poeta español Antonio Machado,
con unos versos sublimes, nos invita al
amor a la patria y alienta al hombre a honrar a sus padres, a sus
tradiciones, a su historia y a su fecunda herencia, porque “sólo Dios hace mundos de la nada”.
¡Ay
del pueblo que olvida su pasado
y a ignorar su prosapia se condena!
¡Ay del que rompe la fatal cadena
que al ayer el mañana tiene atado!
¡Ay del que sueña comenzar la Historia
y amigo de inauditas novedades,
desoye la lección de las edades
y renuncia al poder de la memoria!
¡Honra a los padres! ¡Goza de su herencia
gloriosa!.... ¡El sol es viejo y cada día
joven renace y nuevo en su alborada!
Reniega de la vana pseudo-ciencia….
Vuelve a tu Tradición, patria mía.
¡Sólo Dios hace mundos de la nada!
y a ignorar su prosapia se condena!
¡Ay del que rompe la fatal cadena
que al ayer el mañana tiene atado!
¡Ay del que sueña comenzar la Historia
y amigo de inauditas novedades,
desoye la lección de las edades
y renuncia al poder de la memoria!
¡Honra a los padres! ¡Goza de su herencia
gloriosa!.... ¡El sol es viejo y cada día
joven renace y nuevo en su alborada!
Reniega de la vana pseudo-ciencia….
Vuelve a tu Tradición, patria mía.
¡Sólo Dios hace mundos de la nada!
Y, en estos tiempos, donde es tan habitual escuchar
hablar de padres sin hijos, e hijos sin padres, haciendo del mundo un inmenso
asilo, unas palabras escritas por el Doctor Alfredo Marquerie (dramaturgo y escritor mallorquí):
“El nombre y la idea de la Patria, su etimología -es decir, su envoltura verbal y su concepto, o lo que es lo mismo, su tuétano, su meollo- se asimilan y radican en un sentimiento eterno, que es el sentimiento de la paternidad.
Cuando el liberalismo a ultranza, el anarquismo, el marxismo, todas las doctrinas demoledoras que ha padecido la humanidad intentaban desarraigar de la conciencia el sentimiento y la idea de nacionalidad, el concepto y el amor de la Patria y a la Patria calificándolos como prejuicios atrasados, contrarios al progreso y evolución de los pueblos, estaban realizando la misma labor inhumana y siniestra que si se empeñaran en que los hijos negaran el parentesco con sus padres.
Querían convertir al mundo en un inmenso hospicio, en una gigantesca casa de expósitos, en un monstruoso orfanato de hombres sin patria, de “ciudadanos del mundo“, es decir, de hijos sin padres conocidos“.
Nuestra Señora de Luján, consagrada Patrona de la República Argentina
con su manto de este año, donde se ha bordado el escudo nacional en este año 2016, con ocasión del Bicentenario de la declaración de la Independencia.
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