A UNA REINA SIN PAR: ISABEL DE
CASTILLA
(* Madrigal de las Altas Torres, 1452 - + Castillo
de la Mota, Medina del Campo, 1504)
Unos versos en prosa, que recorren brevemente
la vida de esta gran mujer, que fue
heroica como reina, como madre y como cristiana, y a quien mucho debe nuestra Patria.
Las
torres de Madrigal
vieron
nacer a una Reina;
el
castillo de la Mota
su
último suspirar.
La
Reina tuvo que andar
cientos
y cientos de leguas
con
un reino que reinar,
con
mil cruces a su espalda.
y
una sola en su mirar.
Reina
Isabel de Castilla,
Madre
de la Hispanidad,
que
con las tres carabelas
que
atravesaron la mar
abriste
un nuevo camino,
un
camino sin trazar…
y
llevar la Cruz de Cristo
donde
pudiera llegar
ese
camino de espuma,
esa
ruta colombina
que
el Almirante marcara,
con
sus tres velas de angustia,
con
sus tres velas cruzadas.
Mientras
tanto, en tierra firme,
se
consolidaba España,
porque
Isabel y Fernando,
tras
la toma de Granada,
aquel
enero naciente
de
un siglo que terminaba,
cambiaron
la Media Luna
por
las enseñas cristianas.
En
eso estuvo tu vida:
en
hacer de tu Castilla,
de
tu León,… de tu Patria,
un
Reino… Señora, uno solo.
Mas
no acaba aquí tu empeño,
porque
Colón regresaba
de
las tierras de las Indias
con
sus navíos cargados
de
nuevas esperanzas vivas.
¡Vivas!
Con cuerpos y almas,
que
espolean tus sentidos
de
Reina, Madre y Cristiana,
porque
las tres cosas fuisteis:
como
Reina… sin igual,
como
Madre… la mejor,
y
como Cristiana… santa.
Muchas
leguas recorrieron
tu
caballo y tu pensar
de
Madrigal a Medina,
pasaste
por Salamanca,
por
Valencia y Portugal,
por
Sevilla y por Granada,
y
… “hasta cruzaste la mar…”
Hiciste
sin titubeos
lo
que tenías que hacer:
unir
los pueblos de España
ser
madre, esposa y mujer,
difundir
la fe de Cristo.
sufrir,
reír y querer..
escribir
tu testamento
para
un nuevo amanecer:
que
si expiraste en Medina,
Madrigal…
te vio nacer.
Monumento a España, fecunda, civilizadora y eterna en Buenos Aires
(detalle de la Reina Isabel entregando sus joyas a Colón)
Trono real en el Alcázar de Segovia, donde luce un tapiz con el escudo de los Reyes Católicos, donde destaca el águila de San Juan Evangelista, de quien era muy devota la reina Isabel.
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