SAN PABLO VI
(Papa desde el 21.VI.1963 al 6.VIII.1978)
San Pablo VI con su báculo pastoral, que luego usaran sus sucesores Juan Pablo I, San Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco.
Hoy se celebró en Roma la
canonización del Papa Pablo VI.
Y la memoria recuerda agradecida
la señera figura de este Sucesor de San Pedro, que timoneó la Barca en tiempos
turbulentos.
Fue una personalidad austera que
nunca gustó de los aplausos de las multitudes. Brillante intelectual que
ilumino magisterialmente con su palabra diáfana y precisa al Pueblo de Dios en
los convulsionados años 60 y 70.
En aquellos años esperábamos
todas las semanas -con cierta ansiedad- la edición en lengua española de
L´Osservatore Romano, que llegaba a las casas desde Roma por correo aéreo, en
blanco y negro. Eran tiempos en que no había Internet y las comunicaciones
tenían sus esperas prolongadas. Leer sus páginas, con las homilías, discursos y
alocuciones del Papa Montini y sus luminosos documentos, era una delicia para el
espíritu y retemplaba la fe.
De alguna manera, él nos formó en
una adhesión sin reservas a la Iglesia con una lúcida correlación entre fe y
razón, sin sentimentalismos pasajeros. En las reuniones semanales de estudio de
los Centros y Círculos de la ACA el pensamiento del Papa era como el pan
cotidiano, que alimentaba y guiaba en las certezas que no fallan, con una
claridad extraordinaria.
Entre los documentos conciliares que
rubricó con su autoridad pontificia (que fueron brújula certera en nuestros
años juveniles) citamos: las Constituciones Dogmáticas Dei Verbum y Lumen
Gentium, las Constituciones Sacrosantum Concilium y Gaudium et Spes, y el
Decreto Apostolicam Actuositatem, que estudiábamos con empeño y gratitud.
Sin olvidar algunos de sus
textos, salidos de su límpida pluma: Evangelii Nuntiandi, Mysterium Fidei,
Marialis Cultus, Gaudete in Domino, Populorum Progressio, Sacerdotalis
Caelibatus, Ecclesiam Suam y Humanae Vitae: todos ellos faros luminosos de
doctrina católica.
Fue un maestro insigne de la querida
Acción Católica, caracterizando su identidad y su misión. Sus palabras escritas
y enunciadas forman un Corpus esencial en el diseño constitucional de esta asociación
de laicos, a la que dedicó mucho tiempo desde que se ordenara sacerdote.
Sabíamos de memoria textos completos de ese brillante depósito de sabiduría que
nos legara.
La vida y la obra de San Pablo VI
ha sido un don inestimable para la Iglesia. Cuando el mundo occidental caía en
una pendiente devastadora de confusión y ambigüedad (baste sólo pensar en la
Revolución de Mayo de 1968) el Papa Montini aportaba serenidad y sapiencia
desde la colina vaticana.
Nunca olvidaremos su santo
legado. Y estamos agradecidos por esa gracia inconmensurable que ofreció como fiel
hijo de la Iglesia. Supo enseñar y guiar en la principal tarea de su ministerio
petrino, que era la de ser “roca”, esto es, el
principio y fundamento perpetuo y visible de unidad de fe de la Iglesia.
San Pablo VI, Papa
Ora pro nobis!
El
Papa Pablo VI da indicaciones al Cardenal Juan Carlos Aramburu (foto que se
hallaba en la querida sede porteña de la ACA de Montevideo 850 y que nos
recordaban nuestras notas identitarias)
No hay comentarios:
Publicar un comentario