"Gracias a la constancia salvarán
sus vidas”
Meditación de Chiara Lubich (junio
1979)
“Constancia”. Es una palabra que proviene del griego, y
que es rica en contenido. Incluye también la paciencia, la perseverancia, la
resistencia, la confianza.
La
constancia es necesaria e indispensable cuando sufrimos, cuando somos tentados,
cuando somos proclives a desanimarnos, cuando somos atraídos por las
seducciones del mundo, cuando somos perseguidos.
Tú
también te has encontrado, al menos, en una de estas circunstancias y has
experimentado que, sin constancia, podrías haber sucumbido. A veces quizás has
cedido. Ahora tal vez, justamente en este momento, te encuentras inmerso en
alguna de estas dolorosas situaciones.
Y
bien, ¿qué hacer? Recomienza y... persevera. De otro modo, no puedes llamarte
“cristiano”. Lo sabes: quien quiere seguir a Cristo tiene que tomar cada día su
cruz, debe amar, al menos con la voluntad, el dolor. La vocación cristiana es
una vocación a la constancia. Pablo, el Apóstol, muestra a la comunidad su
perseverancia como signo de autenticidad cristiana. Si además se ama la cruz y
se persevera, se podrá seguir a Cristo que está en el cielo y, por lo tanto,
salvarse.
Naturalmente,
si quieres perseverar no te bastará apoyarte sólo en tus fuerzas. Te hará falta
la ayuda de Dios. Pablo llama a Dios: “El Dios de la constancia” (Rom.15,5). Es
a Él, entonces, que tienes que pedirla y Él te la dará. Porque si eres
cristiano no te puede bastar el haber sido bautizado o alguna esporádica
práctica de culto y de caridad. Te hará falta crecer como cristiano. Y todo
crecimiento, en el campo espiritual, no puede acontecer si no en medio de las
pruebas, los dolores, los obstáculos, las batallas.
Hay
quien sabe ser constante de verdad: es el que ama. El amor no ve obstáculos, no
ve dificultades, no ve sacrificios. Y la constancia es el amor probado.
La
Virgen María es la mujer de la constancia. Pide a Dios que te encienda en el
corazón el amor por Él; y la constancia, en todas las dificultades de la vida,
te llegará como consecuencia, y con ésta habrás salvado tu alma.
Pero
hay más. La constancia es contagiosa. Quien es constante da ánimo también a los
demás para seguir hasta el final.
Apuntemos
alto. Tenemos una vida sola y es también breve. Apretemos los dientes día tras
día, afrontemos una dificultad tras de la otra para seguir a Cristo... y
salvaremos nuestras vidas.
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