Centro de Profesionales de la Acción Católica "SANTO TOMÁS DE AQUINO" de Buenos Aires, Argentina.

13 de marzo de 2016

JESUCRISTO EMPRENDE SU SUBIDA A JERUSALEN

DOMINGO DE PASIÓN

El Domingo de Pasión es el actual quinto domingo del tiempo de Cuaresma de la Iglesia Católica,  inmediatamente anterior al Domingo de Ramos, que es el comienzo de la Semana Santa. 

En el antiguo Misal Romano se le llamaba Dominica de Passione y en el Breviario, Dominica Passionis.
 Otros escritores litúrgicos 
hablan de él como Dominica in Passione, o simplemente Passio, o Passio Domini.

La Semana de Pasión que precede al Domingo de Ramos presenta a Jesucristo que sube a Jerusalén, en su camino hacia el cumplimiento de las promesas y su sacrificio redentor.




En la actualidad hay lugares donde es costumbre muy antigua, desde este día, cubrir con velos morados o negros todas las imágenes de Jesucristo, de la Virgen María y de los santos que se veneran en el templo y no volverán a descubrirse hasta la noche de la Vigilia Pascual. Otros lo realizan desde el Domingo de Ramos.

Esta costumbre sigue en uso en muchos lugares del mundo, si bien ya no es obligatoria en la Liturgia de la Iglesia, y está regresando a la práctica en diversos lugares.

Cuando Dios ocultó su gloria

Una interpretación de este gesto tan significativo de velar las imágenes la da el gran liturgista Don Prosper Guéranguer, diciendo que es la ocultación de la gloria de Dios durante los sucesos trágicos de la Pasión: “Expresa la humillación a la cual nuestro Salvador se sometió, como es relatado en el Evangelio del Domingo de la Pasión del Señor" (Domingo de Ramos). De hecho, el momento más usual para cubrir las imágenes es la víspera de dicha solemnidad.

Cuando la divinidad de Cristo quedó como eclipsada

Los católicos veneran la Cruz como un signo de victoria, pero también de humillación y sufrimiento. El cubrir esta y otras imágenes contribuye a revivir el misterio del sufrimiento de Cristo, cuando "la divinidad de nuestro Salvador fue casi eclipsada a los ojos humanos, tan grande fue su sufrimiento". De igual manera, incluso su humanidad fue oscurecida, tanto que podría decir a través del profeta 'Ahora Yo soy un gusano y ya no un hombre, los hombres de Mí tienen vergüenza y el pueblo me desprecia'" (Salmo 22). El color del cubrimiento es el púrpura de la Cuaresma, que transmite el sentido penitencial, sobrio y doloroso de los acontecimientos conmemorados por la Iglesia.

Antecedentes

Algunos antecedentes de la práctica se encuentran en Alemania en el siglo IX, cuando se cubría el altar hasta la lectura de la Pasión, cuando se narra que "el velo del templo se rasgó en dos". La costumbre contribuía, además, a reforzar la identificación del final del tiempo de Cuaresma. Otros proponen que el cubrimiento de las imágenes es una extensión de las prácticas de penitencia pública de la Iglesia en siglos pasados. El restringir el símbolo a la Semana de Pasión tuvo un uso posterior que fue finalmente incluido en el Ceremonial de los Obispos del siglo XVII.

La ausencia de la Misa en el Viernes y Sábado Santos

Un sentido adicional mencionado está vinculado a la ausencia de celebración eucarística los días Viernes y Sábado Santo. Así lo estipulan las rúbricas litúrgicas: "En este tiempo en el que nos adentramos místicamente en las realidades históricas de los últimos días de Jesús, no es adecuado tener una imagen, signo o sacramento de la Cruz presentado a los fieles". La identificación de la Eucaristía con la Pasión de Cristo es el motivo ofrecido por Santo Tomás de Aquino para explicar la ausencia de la Eucaristía en el Viernes Santo, ya que se trata del mismo misterio que se revive sacramentalmente. "De una manera análoga, es adecuado que, como el año litúrgico recuerda los sucesos que llevaron hacia la Crucifixión, la Iglesia oculte las imágenes de la Cruz el día del Viernes y Sábado Santo.








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