DOMINGO DE PASIÓN
"Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo,
Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén"
(Lc,9, 52)
El Domingo de Pasión es el actual quinto domingo del tiempo de Cuaresma de la Iglesia Católica, inmediatamente anterior al Domingo de Ramos, que es el comienzo de la Semana Santa.
En el antiguo Misal Romano se
le llamaba Dominica de Passione y en el Breviario, Dominica Passionis.
Otros escritores litúrgicos hablan de
él como Dominica in Passione, o simplemente Passio, o Passio Domini.
La Semana de Pasión que precede al Domingo de Ramos presenta a Jesucristo que sube a Jerusalén, en su camino hacia el cumplimiento de las promesas y su sacrificio redentor.
En la
actualidad hay lugares donde es costumbre muy antigua, desde este día, cubrir
con velos morados o negros todas las imágenes de Jesucristo, de la Virgen María
y de los santos que se veneran en el templo y no volverán a descubrirse hasta
la noche de la Vigilia Pascual. Otros lo realizan desde el Domingo de Ramos.
Esta costumbre sigue
en uso en muchos lugares del mundo, si bien ya no es obligatoria en la Liturgia
de la Iglesia, y está regresando a la práctica en diversos lugares.
Cuando Dios ocultó su gloria
Una interpretación de este gesto tan significativo de velar las
imágenes la da el gran liturgista Don Prosper Guéranguer, diciendo que es la
ocultación de la gloria de Dios durante los sucesos trágicos de la Pasión: “Expresa
la humillación a la cual nuestro Salvador se sometió, como es relatado en el
Evangelio del Domingo de la Pasión del Señor" (Domingo de Ramos). De
hecho, el momento más usual para cubrir las imágenes es la víspera de dicha
solemnidad.
Cuando la divinidad de Cristo quedó como eclipsada
Los católicos veneran
la Cruz como un signo de victoria, pero también de humillación y sufrimiento.
El cubrir esta y otras imágenes contribuye a revivir el misterio del
sufrimiento de Cristo, cuando "la divinidad de nuestro Salvador fue casi eclipsada
a los ojos humanos, tan grande fue su sufrimiento". De igual manera,
incluso su humanidad fue oscurecida, tanto que podría decir a través del
profeta 'Ahora Yo soy un gusano y ya no un hombre, los hombres de Mí tienen
vergüenza y el pueblo me desprecia'" (Salmo 22). El color del cubrimiento
es el púrpura de la Cuaresma, que transmite el sentido penitencial, sobrio y
doloroso de los acontecimientos conmemorados por la Iglesia.
Antecedentes
Algunos antecedentes de la práctica se encuentran en Alemania en el
siglo IX, cuando se cubría el altar hasta la lectura de la Pasión, cuando se
narra que "el velo del templo se rasgó en dos". La costumbre
contribuía, además, a reforzar la identificación del final del tiempo de
Cuaresma. Otros proponen que el cubrimiento de las imágenes es una extensión de
las prácticas de penitencia pública de la Iglesia en siglos pasados. El
restringir el símbolo a la Semana de Pasión tuvo un uso posterior que fue
finalmente incluido en el Ceremonial de los Obispos del siglo XVII.
La ausencia de la Misa en el Viernes y Sábado Santos
Un sentido adicional mencionado está vinculado a la ausencia de celebración
eucarística los días Viernes y Sábado Santo. Así lo estipulan las rúbricas litúrgicas: "En este tiempo en el que nos adentramos
místicamente en las realidades históricas de los últimos días de Jesús, no es
adecuado tener una imagen, signo o sacramento de la Cruz presentado a los
fieles". La identificación de la Eucaristía con la Pasión de Cristo es el
motivo ofrecido por Santo Tomás de Aquino para explicar la ausencia de la
Eucaristía en el Viernes Santo, ya que se trata del mismo misterio que se
revive sacramentalmente. "De una manera análoga, es adecuado que, como el
año litúrgico recuerda los sucesos que llevaron hacia la Crucifixión, la
Iglesia oculte las imágenes de la Cruz el día del Viernes y Sábado Santo.
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