DOS PERSONALIDADES ARGENTINAS
DESTACADAS
La
noticia de la beatificación de Sor María
Antonia de Paz y Figueroa, decidida por el Papa Francisco se complementa con la próxima canonización del presbítero
José Gabriel Brochero y mueven a una reflexión acerca de estas dos grandes
figuras de la vida cristiana argentina.
Al elevar
a los altares a una persona, la Iglesia nos la presenta como un modelo de la “sequela Christi” y un intercesor seguro
ante el Señor.
Ambos
brillan con muchas virtudes particulares, especialmente por sus vidas modélicas
de austeridad y gran celo apostólico, pero hay un hecho preciso que los une, a
pesar de no ser contemporáneos: que fue su tesonero trabajo en la realización
de Ejercicios Espirituales para miles de personas. Ello nos indica la centralidad
de Dios en sus vidas y el primado de la vida interior como acicate de una vida
virtuosa.
Cada uno
en su tiempo, marcó indeleblemente las raíces de nuestro país.
A ambos invocamos su intercesión por nuestra Patria argentina.
A ambos invocamos su intercesión por nuestra Patria argentina.
SOR MARÍA ANTONIA DE PAZ Y FIGUEROA
(1730-1799) fue una
mujer excepcional que será beatificada próximamente en su ciudad natal de
Santiago del Estero, por decisión el Papa Francisco.
En la Basílica de Nuestra Señora de la Piedad -en el barrio
de Congreso- se encuentra el sepulcro de Sor María Antonia,
con una hermosa escultura que la muestra de cuerpo entero, con su cayado en
forma de cruz, símbolo de su espíritu andariego que la llevó de su patria chica
de Santiago del Estero a la capital del Virreinato.
Escultura de Sor María Antonia de Paz y Figueroa en su mausoleo de la Basílica de la Piedad
La obra
principal de "Mamá Antula" (como la llamaban los porteños de la época
colonial) fue la Santa Casa de Ejercicios, epicentro de una epopeya espiritual
magnífica, que la futura beata construyó con la ayuda de Cornelio Saavedra,
(quien más tarde presidiera la Primera Junta de mayo de 1810)
Santa Casa de Ejercicios de Buenos Aires, uno de los edificios en pié más antiguos de la ciudad
La
práctica de los ejercicios espirituales pasó a convertirse en una de las
actividades religiosas más prestigiosas de la vida porteña, y tanto los
sectores de abolengo, como los de condición humilde encontraron en Mamá Antula
a la persona a quien encomendaban sus oraciones por diversas necesidades.
En 1784
el obispo de Buenos Aires, monseñor Sebastián Malvar y Pinto, enviaba una carta
al Papa Pío VI informándole que durante los cuatro años en los que se habían
realizado los ejercicios espirituales en esa ciudad, habían pasado unas quince
mil personas, sin que se les haya pedido “ni un dinero por diez días de su
estadía y abundante manutención”.
Monseñor Fray Sebastián Malvar y Pinto, Obispo de Buenos Aires (1778-1784) y el Papa Pío VI
Hicieron los ejercicios ignacianos en ese lugar Liniers,
Saavedra, y casi todos los hombres de Mayo, Belgrano, Castelli, Moreno,
Rivadavia y, más tarde, Rosas y su hija Manuelita, Alberdi, Mitre y
muchos más.
En ese
entonces la población de la gran aldea de Santa María de los Buenos Ayres no
era de más de 20.000 habitantes.
Buenos Aires hacia el año 1800. Se puede observar la Catedral sin concluir su frontis.
La
figura de sor María Antonia de Paz y Figueroa, brilla con una luz
radiante en los orígenes de nuestra Patria a fines del siglo XVIII, y se concatena con la del beato
cordobés José Gabriel Brochero, quien será canonizado este año, y realizó una
tarea impresionante con los Ejercicios Espirituales en Traslasierra a fines del
siglo XIX.
No hay comentarios:
Publicar un comentario