Centro de Profesionales de la Acción Católica "SANTO TOMÁS DE AQUINO" de Buenos Aires, Argentina.

8 de diciembre de 2016

¡AVE! ¡SALVE!

EL ANUNCIO DEL ÁNGEL LA LLAMA LA “PLENA DE GRACIA”



Plena-de-gracia te nombró el ángel
y con el misterio del nombre quedaste ungida de alegría.

El ángel reveló tu ser, tu nombre verdadero henchido de Cielo
que anuncia el advenir de la Luz, la llama de amor viva...

Vacía-de-sí, morada inmaculada, plena-de-Espíritu,
cáliz anhelante del Verbo,
toda bella en la siempre espera del Eterno
que desborde lo inmenso en los diques del tiempo,
plena-de-luz que atrae como un imán la Luz,
naciendo de Él en su nacimiento. 

Virgen del advenir, María de la espera,
lucero madre del lucero del alba,
encinta del Amor, del Amado y del Amante…
arca del Origen,
madre de la contemplación arrobada en la inocencia del Cordero, por ti y en ti parimos y portamos
el sedoso yugo tan suave y esa carga tan ligera…
¡Oh Alégrate Plena-de-gracia, Inmaculada, Tu eres la Amada…!




             “En el saludo del ángel llama la atención el que no dirija a María el acostumbrado saludo judío, “shalom” —la paz esté contigo—, sino que use la fórmula griega “chaῑre”, que se puede tranquilamente traducir por «ave, salve», como en la oración mariana de la Iglesia, compuesta con palabras tomadas de la narración de la Anunciación (cf. Lc 1,28.42).
              Pero, en este punto, conviene comprender el verdadero significado de la palabra chaῑre: ¡Alégrate! Con este saludo del ángel —podríamos decir— comienza en sentido propio el Nuevo Testamento. La misma palabra reaparece en la Noche Santa en labios del ángel, que dijo a los pastores: «Os anuncio una gran alegría» (cf. 2,10). Vuelve a aparecer en Juan con ocasión del encuentro con el Resucitado: «Los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor» (20,20). En los discursos de despedida en Juan hay una teología de la alegría que ilumina, por decirlo así, la hondura de esta palabra: «Volveré a veros y se alegrará vuestro corazón y nadie os quitará vuestra alegría» (16,22).
             La alegría aparece en estos textos como el don propio del Espíritu Santo, como el verdadero don del Redentor”.

              «Alégrate, llena de gracia.» Es digno de reflexión un nuevo aspecto de este saludo, chaῑre: la conexión entre la alegría y la gracia. En griego, las dos palabras, alegría y gracia (chará y cháris), se forman a partir de la misma raíz. Alegría y gracia van juntas”.

Benedicto XVI. La infancia de Jesús.


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