LOS TRES
PILARES DE LA CUARESMA
San
Cirilo de Jerusalén, Homilía 12 sobre el ayuno, 1-2; 4
Por la oración se
busca la propiciación de Dios,
por el ayuno se
apaga la concupiscencia de la carne
y por las limosnas
se perdonan los pecados
Tres
obras pertenecen principalmente a las acciones religiosas: la oración, el ayuno
y la limosna, que han de ejercitarse en todo tiempo, pero especialmente en el
consagrado por las tradiciones apostólicas, según las hemos recibido.
Como
este mes décimo se refiere a la costumbre de la antigua institución, cumplamos
con mayor diligencia aquellas tres obras de que antes he hablado.
Pues por la
oración se busca la propiciación de Dios,
por el ayuno se apaga la concupiscencia de la carne y por las limosnas se
perdonan los pecados (cfr. Dan 4:24).
Al
mismo tiempo, se restaurará en nosotros la imagen de Dios si estamos siempre
preparados para la alabanza divina, si somos incesantemente solícitos para
nuestra purificación y si de continuo procuramos la sustentación del prójimo.
Esta
triple observancia, amadísimos, sintetiza los afectos de todas las virtudes,
nos hace llegar a la imagen y semejanza de Dios, y nos une inseparablemente al
Espíritu Santo.
Así es: en las oraciones permanece la fe recta; en los ayunos,
la vida inocente, y en las limosnas, la benignidad.
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