Centro de Profesionales de la Acción Católica "SANTO TOMÁS DE AQUINO" de Buenos Aires, Argentina.

20 de febrero de 2016

INFINITAMENTE MISERICORDIOSO Y JUSTO

DIOS ES INFINITAMENTE MISERICORDIOSO Y JUSTO

Una reflexión cuaresmal de San Alfonso María de Ligorio



                        “El demonio lleva a los pecadores al infierno no con los ojos abiertos, sino cerrados: primero los ciega y recién después los lleva a sufrir eternamente en su compañía. Debemos, pues, si queremos salvarnos, orar continuamente a Dios con el Ciego del Evangelio: «Señor, ¡que yo vea!» Señor, ilumíname, haz que yo vea el camino que debo seguir para salvarme, y no permanecer engañado por el enemigo de mi salvación.
                        Para mejor conocer estos engaños, figurémonos un joven, que vive en el pecado esclavo del demonio, sin pensar jamás en su eterna condenación.
                        Hijo mío, le digo yo, ¿qué vida es esa que llevas?, ¿cómo puedes salvarte si sigues viviendo de ese modo? ¿No ves que caminas al infierno? Pero luego el demonio le dice por otro lado: ¿por qué te has de condenar? Sacia ahora tus pasiones, que después te confesarás, y así evitarás el peligro. Esta es la red con la que conduce el demonio tantas almas al infierno: «satisface tus pasiones, que después te confesarás». 

                        Te dices que ahora quieres cometer tal pecado y que después te confesarás. Dime: ¿cómo sabes que Dios te dará tiempo para confesarte después? Porque me confesaré presto, me dirás, antes que pase una semana. Y ¿quién te asegura una semana más de tiempo? Me confesaré mañana mismo, me responderás. Y ¿quién te asegura que vivirás mañana?
                        San Agustín dice que: «Dios no nos ha prometido el día de mañana, y que puede concederlo o negarlo».
                        ¡Cuántos se han retirado con salud a dormir por la noche, y han amanecido muertos a la mañana siguiente! Y ¿cuántos han muerto en el acto mismo de cometer el pecado, y han sido sepultados en el infierno? Si esto te sucediera a ti también, ¿cómo evitarás tu eterna condenación?
                        «Comete este pecado que después te confesarás». Éste es el engaño con que el demonio ha llevado al infierno millares de cristianos. Porque es difícil encontrar un cristiano tan desesperado que quiera su propia condenación. Todos cuantos pecan, pecan con la esperanza de confesarse; y ¡cuántos, o por no haber podido confesarse, o por no haber podido confesarse cual convenía, se han condenado!
                        «Pero Dios es misericordioso». Aquí tenéis tal vez el mayor engaño con que el demonio alienta a los hombres al pecado y a perseverar en él.
                        Dice un autor, que más almas conduce al infierno la falsa esperanza en la misericordia de Dios, que la justicia divina.
                        Y así sucede, efectivamente, porque confiando ciegamente muchos en la misericordia de Dios, siguen en la senda del pecado, y se condenan miserablemente. «Dios, dicen, es misericordioso». Lo es en verdad: nadie lo niega. Sin embargo, ¿cuántos  van al infierno cada día? Es misericordioso con los pecadores, pero solamente con aquellos que se arrepienten de haberle ofendido, y temen volverle a ofender. En cambio, con aquellos que abusan de su misericordia para ofenderlo más, es justo.
                        El Señor perdona los pecados, pero no puede perdonar la voluntad de pecar. San Agustín dice que, «el que peca con la idea de arrepentirse después de haber pecado, éste no se arrepiente, sino que se burla de Dios. Y san Pablo afirma que, «Dios no deja que se burlen de Él»
                        ¿Les parece, hermanos míos, fácil o difícil salvarse, si siguen ofendiendo a Dios después que los ha llamado tantas veces, y ha sido tan frecuentemente misericordioso con vosotros? Tú dices: «Puede ser que me salve a pesar de este pecado»; pero yo te respondo, que es gran necedad apoyar la salvación eterna en un “puede ser” tan peligroso. ¡Cuántos están ardiendo ahora en los infiernos por ese puede ser! ¿Acaso quieres acompañarlos en su desgracia?
                        Reflexionen bien y teman, que puede (esta Cuaresma) ser la última misericordia que Dios disponga para con vosotros.
San Alfonso María de Ligorio


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