LA PARÁBOLA DE LA HIGUERA SIN FRUTOS
El Señor nos invita a dar frutos dignos de penitencia, especialmente en esta Cuaresma del Año Jubilar de la Misericordia.
De una homilía de San Agustín.
ANÁLISIS:
Amenazando
con cortar la higuera estéril el Señor nos invita a dar frutos dignos de
penitencia a fin de prepararnos para la vida eterna. Porque Él vendrá
ciertamente a juzgar a los hombres: todas las profecías que se han
cumplido en Cristo no nos permiten dudar de que se cumplirá también lo que Él
ha predicho sobre el juicio final.
REFLEXIÓN DE SAN
AGUSTIN, doctor de la Iglesia
La
higuera se refiere a la raza humana. No es extraño ver a la raza humana en la
higuera: el primer hombre después de su pecado, ¿no cubrió su miembros con hojas
de higuera? (Gen 3,7) Esos miembros honorables antes del pecado, se
convirtieron para él en miembros vergonzosos. Antes del pecado nuestros
primeros padres estaban desnudos y no se sonrojaban por ello. ¿Cómo iban a
sonrojarse, si estaban sin pecado? ¿Acaso podían ellos tener vergüenza de las
obras de su Creador? Ciertamente no, porque aún no habían corrompido la pureza
con sus malas acciones, no habían todavía tocado el árbol del conocimiento del
bien y del mal, que Dios les había prohibido tocar. Fue sólo después de haber
pecado, comiendo de aquel “fruto”, que el hombre experimentó la esterilidad…
De este
modo, la higuera estéril designa perfectamente a todos los hombres que rechazan
constantemente dar frutos y por este motivo son amenazados, poniendo el hacha
en las raíces de este árbol ingrato.
Pero el
jardinero intercede, posponiendo la ejecución del hacha y tratando de aplicar
un remedio eficaz al árbol enfermo. Este jardinero nos recuerda a todos los
santos que oran en la Iglesia por todos aquellos que están fuera de la Iglesia.
Y, ¿qué
piden ellos? «Señor, déjala por este año todavía», es decir, concede un tiempo de gracia,
salva a los pecadores, salva a los incrédulos, salva a las almas estériles,
salva a los corazones que no producen fruto… «Cavaré a su alrededor y echaré
abono, por si da fruto en adelante; y si no da, la cortas.»
El
Señor volverá a recoger frutos. ¿Cuándo? En el momento del Juicio, cuando
vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos. La higuera es salvada, como un
tiempo de gracia, para que dé fruto. ¿Qué hemos de hacer mientras el Señor
vuelve? La respuesta la podemos encontrar en la fosa cavada alrededor del
árbol, que significa una exhortación a la humildad y a la penitencia. La fosa
en efecto es cavada bajo tierra y allí se debe echar una buena
parte de estiércol. El estiércol es sucio, pero hace fructificar. El estiércol
hace referencia al dolor por nuestros pecados. Si somos llamados a hacer
penitencia, hagámoslo con inteligencia y sinceridad, teniendo presente nuestra
ignominia. A este árbol misterioso le es dicho: «Conviértete, porque el Reino
de los Cielos ha llegado» (Mt 3,2).
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