El llamado “rey del aborto” y su testimonio.
El “eclipse de la razón”.
Pasos para legalizar el crimen del aborto
(consejos del Dr. Natahnson):
- Hacerse con los medios de comunicación y falsificar estadísticas;
- jugar la carta del anticatolicismo;
- ignorar la evidencia científica.
El doctor Bernard Nathanson (1926- 2011) fue un médico neoyorkino que, de “rey del aborto” como se lo llamó, se convirtió en uno de los más importantes defensores de la vida humana desde la concepción.
Lo llamaban así porque practicó más de setenta mil abortos y porque fue uno de los que más promovió los cambios legislativos a favor del aborto en Estados Unidos a comienzos de los años setenta.
Nathanson estudió medicina en Montreal y su padre fue un destacado médico ginecólogo/obstetra. Siendo estudiante se enamoró de Ruth, una joven judía con quien tenía planes de matrimonio. La joven se quedó embarazada y cuando Bernard le escribió a su padre para consultarle la posibilidad de contraer matrimonio, éste le envió cinco billetes de cien dólares junto con la recomendación de abortar. Bernard convenció a Ruth para que abortase.
Conoció entonces el siniestro mundo del aborto y cuando acabó sus estudios se dedicó plenamente a ello. Años después, en 1968, fundó junto con otras personas una importante Fundación (la Asociación Nacional para la Derogación de las Leyes de Aborto, llamada NARAL Pro-Choice America) para revocar las leyes contra el aborto en Estados Unidos, y en 1973 ya lo habían conseguido. Trabajó con Betty Friedan y otros por la legalización del aborto en los Estados Unidos. Sus esfuerzos tuvieron éxito en el caso Roe versus Wade, en el cual se reconoció el derecho al aborto inducido.
"He abortado —se lamentaría amargamente años después— a hijos de amigos, colegas, conocidos e incluso profesores. Llegué incluso a abortar a mi propio hijo (…) Mi mujer quería seguir adelante con el embarazo pero me negué y yo mismo realicé el aborto”.
Pero poco a poco las cosas empezaron a cambiar. Una nueva tecnología, los ultrasonidos, irrumpió en el ámbito de la medicina.
Un día pudo observar el corazón del feto en los monitores electrónicos y comenzó a plantearse por vez primera "qué era lo que estábamos haciendo verdaderamente en la clínica". Decidió reconocer su error en un artículo en la revista The New England Journal of Medicine y aquello provocó una enorme reacción. Tanto él como su familia recibieron incluso amenazas de muerte.
Su cambio radical de médico abortero a médico pro-vida, se concretó a través de evidencias científicas.
“Como científico no creo, yo sé y conozco que la vida humana comienza en la concepción”, escribió en 1992.
Se reconoció como responsable directo de la muerte de 75.000 niños no-nacidos. Abandonó la industria del abominable crimen del aborto en 1979. Su testimonio, especialmente a través de dos películas, “El Grito Silencioso” (1984) y “El eclipse de la razón” (1987) y de su autobiografía “La Mano de Dios” (1996), es capital para el esclarecimiento y la promoción de la defensa de la vida del niño no-nacido en todo el mundo.
En 1992, escribió una carta pública que constituye un testimonio excepcional y una advertencia a tener muy en cuenta, sobre todo en los países que sufren la presión abortista para legalizar el crimen abominable del aborto.
En 1996, el Dr. Nathanson, judío de nacimiento, fue bautizado en la Iglesia Católica por el Cardenal John O’Connor, en la catedral de San Patricio de Nueva York.
Carta abierta del Dr. Bernard Nathanson (1992):
“Soy responsable directo de 75.000 abortos, lo que me empuja a dirigirme al público poseyendo credibilidad sobre la materia.
Fui uno de los fundadores de la Asociación Nacional para Revocar las Leyes sobre el Aborto en los Estados Unidos, en 1968. Entonces una encuesta veraz hubiera establecido el hecho de que la mayoría de los norteamericanos estaban en contra de leyes permisivas sobre el aborto. No obstante, a los 5 años conseguimos que la Corte Suprema legalizara el aborto, en 1973. ¿Como lo conseguimos? Es importante conocer las tácticas que utilizamos, pues con pequeñas diferencias se repitieron con éxito en el mundo Occidental.
- 1. Nuestro primer gran logro fue dominar los medios de comunicación; les convencimos de que la causa proaborto favorecía un avanzado liberalismo y sabiendo que, en encuestas veraces seríamos derrotados, amañamos los resultados con encuestas inventadas y las publicamos en los medios; según ellas el 60% de los norteamericanos era favorable a la implantación de leyes permisivas de aborto. Fue la táctica de exaltar la propia mentira y así conseguimos un apoyo suficiente, basado en números falsos sobre los abortos ilegales que se producían anualmente en USA. Esta cifra era de 100.000 (cien mil) aproximadamente, pero la que reiteradamente dimos a los medios de comunicación fue de 1.000.000 (un millón). Y una mentira lo suficientemente reiterada, la opinión pública la hace verdad.
El número de mujeres que morían anualmente por abortos ilegales oscilaba entre 200 y 250, pero la cifra que continuamente repetían los medios era 10.000 (diez mil), y a pesar de su falsedad fue admitida por muchos norteamericanas convenciéndoles de la necesidad de cambiar las leyes sobre el aborto.
Otro mito que extendimos entre el público, es que el cambio de las leyes solamente implicaría que los abortos que se practicaban ilegalmente, pasarían a ser legales. Pero la verdad es que actualmente, el aborto es el principal medio para controlar la natalidad en USA. Y el número de anual de abortos se ha incrementado en un 1500%, 15 veces más.
- 2. La segunda táctica fundamental fue jugar la carta del anticatolicismo. Vilipendiamos sistemáticamente a la Iglesia Católica, calificando sus ideas sociales de retrógradas; y atribuimos a sus Jerarquías el papel del "malvado" principal entre los opositores al aborto permisivo. Lo resaltamos incesantemente. Los medios reiteraban que la oposición al aborto procedía de dichas Jerarquías, no del pueblo católico; y una vez más, falsas encuestas "probaban" reiteradamente que la mayoría de los católicos deseaban la reforma de las leyes antiaborto. Y los permanentes repiqueteos de los medios persuadieron al pueblo americano de que cualquier oposición al aborto tenía su origen en la Jerarquía Católica y que los católicos proaborto eran los inteligentes y progresistas. El hecho de que grupos cristianos no católicos, y aún ateos, se declarasen pro-vida, fue constantemente silenciado.
- 3. La tercera táctica fundamental fue denigrar o ignorar, cualquier evidencia científica de que la vida comienza con la concepción.
Frecuentemente me preguntan que es lo que me hizo cambiar. ¿Cómo pasé de ser un destacado abortista a un abogado pro-vida?
En 1973 llegué a ser Director de Obstetricia en un gran Hospital de la ciudad de Nueva York, y tuve que iniciar una unidad de investigación perinatal; era el comienzo de una nueva tecnología que ahora utilizamos diariamente para estudiar el feto en el útero materno. Un típico argumento pro aborto es aducir la imposibilidad de definir cuando comienza el principio de la vida, afirmando que ello es un problema teológico o filosófico, no científico.
Pero la fetología demuestra la evidencia de que la vida comienza en la concepción y requiere toda la protección de que gozamos cualquiera de nosotros.
Ud. podría preguntar: ¿Entonces, por qué algunos doctores, conocedores de la fetología, se desacreditan practicando abortos?
Cuestión de aritmética: a 300 dólares cada uno, un millón quinientos cincuenta mil (1.550.000) abortos en los Estados Unidos, implican una industria que produce 500 millones de dólares anualmente. De los cuales, la mayor parte van a los bolsillos de los doctores y empresas que practican el aborto.
Es un hecho claro que el aborto voluntario es una premeditada destrucción de vidas humanas y un enorme negocio.
Es un acto de mortífera violencia.
Debe de reconocerse que un embarazo inesperado plantea graves y difíciles problemas. Pero acudir para solucionarlo a un deliberado acto de destrucción supone podar la capacidad de recursos de los seres humanos; y, en el orden social, subordinar el bien público a una respuesta utilitarista.
Como científico no creo, yo sé y conozco que la vida humana comienza en la concepción. Y aunque no soy de una religión determinada, creo con todo mi corazón que existe una divinidad que nos ordena finalizar para siempre este infinitamente triste y vergonzoso crimen contra la humanidad”.
Dr. Bernad Nathanson
Santa Gianna Beretta Molla
Ora por Argentinae!
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