LA VIRTUD DE LA MISERICORDIA
En la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino
En la bula de Convocación al Año Santo de la Misericordia,
el Papa Francisco cita a Santo Tomás de Aquino
en el primer párrafo de su número 6, con estas palabras:
«Es
propio de Dios usar misericordia y especialmente en esto se manifiesta su
omnipotencia». Las palabras de santo Tomás de Aquino muestran cuánto la
misericordia divina no sea en absoluto un signo de debilidad, sino más bien la
cualidad de la omnipotencia de Dios. (Cita: Summa Theologiae, II-II, q. 30, a. 4)
Transcribimos el acápite completo de dicha cita de la Suma Teológica
La misericodia es una
virtud es suprema de dos maneras.
La primera, en sí
misma; la segunda, en relación con quien la tiene.
1) En sí misma, la
misericordia es, ciertamente, la mayor. A ella, en efecto, le compete volcarse
en los otros, y, lo que es más aún, socorrer sus deficiencias; esto, en
realidad, es lo peculiar del superior. Por eso se señala también como propio de
Dios tener misericordia, y se dice que en ella se manifiesta de manera
extraordinaria su omnipotencia.
2) Con relación al sujeto, la
misericordia no es la máxima, a no ser que sea máximo quien la posee, no
teniendo a nadie sobre sí y a todos por debajo. Para quien tiene a otro por
encima, le es cosa mayor y mejor unirse a él que socorrer las deficiencias del
inferior. Por tanto, con relación al hombre, que tiene a Dios por encima de sí,
la caridad, uniéndole a Él, es más excelente que la misericordia con que
socorre al prójimo. Pero entre todas las virtudes que hacen referencia al
prójimo, la más excelente es la misericordia, y su acto es también el mejor.
Efectivamente, atender a las necesidades de otro es, al menos bajo ese aspecto,
lo peculiar del superior y mejor.
ORACIÓN COLECTA
DOMINGO SEGUNDO DE PASCUA ó
DE LA DIVINA MISERICORDIA
Dios de eterna misericordia,
que reanimas la fe de este Pueblo a ti consagrado
con la celebración anual de las fiestas pascuales,
aumenta en nosotros los dones de tu gracia,
para que todos comprendamos mejor
la excelencia del Bautismo que nos ha purificado,
la grandeza del Espíritu que nos ha regenerado
y el precio de la Sangre que nos ha redimido.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios por los siglos de los siglos.
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