En un mundo inmisericorde:
Seamos misericordiosos
como Dios lo es con nosotros
Reflexión
de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata,
en el programa "Claves
para un Mundo Mejor" (17 de abril de 2015)
El Papa Francisco
ha lanzado una noticia fenomenal: un Año Santo Extraordinario que va a comenzar
el 8 de diciembre próximo y terminará en noviembre del año 2016.
Ustedes recordarán, seguramente, que los años santos se hacían cada 25 años y eran años durante los cuales los Papas proponían un tema especial para que los cristianos meditemos, era un año de indulgencia, de perdón, de misericordia y demás. Ahora el Papa Francisco ha dedicado este Año Santo a la Misericordia, al misterio de la misericordia divina que se convierte en la misericordia de la Iglesia, la misericordia de todos nosotros.
Ustedes habrán notado que el Santo Padre, nuestro Papa Francisco, habla frecuentemente de la misericordia y nos está como induciendo a que nos reeduquemos en el sentido de la misericordia. Esto se refiere a la misericordia de Dios que nos la ha mostrado enviando a Jesús y a través de la Muerte y la Resurrección de Jesús nos ha concedido el perdón de los pecados.
En la Semana Santa hemos visto claramente que, efectivamente, esto ha sido así y que Jesús nos ha redimido porque nos ha comunicado la misericordia del Padre.
¿Qué significa misericordia? Etimológicamente la palabra nos lleva al corazón (cordia) y significa que uno inclina el corazón a la miseria del otro. Jesús fue el primero que inclinó su corazón divino a nuestra propia miseria y nos ha invitado a que nosotros hagamos lo mismo. Al hojear el Evangelio vemos cuantas veces Jesús nos plantea esto de que lo que Él hizo por nosotros, lo tenemos que hacer nosotros por nuestro hermanos.
Dios es misericordioso pero también Dios es justo. Santo Tomás de Aquino al comentar el Capítulo 5° del Evangelio de San Mateo, en el Sermón de las Bienaventuranzas, dice que la justicia sin misericordia es crueldad y la misericordia sin justicia es la madre de la disolución.
Eso quiere decir que la misericordia no es cualquier cosa y que todo vale igual, sino que la misericordia divina es justicia también. Dios nos conoce bien, conoce nuestro corazón y por supuesto que está inclinado a la misericordia. Él es nuestro Padre que envió a su Hijo para salvarnos. ¿Quién puede hacer igual? Dios no es un Padre al que le importa lo mismo todo, de ninguna manera, Dios es misericordioso porque es justo y es justo porque es misericordioso. Podemos decir que su justicia es la misericordia y la misericordia es la plenitud de la justicia.
Lo que el Santo Padre Francisco nos invita a hacer durante el Año Santo próximo es a ejercitar la misericordia de Dios Padre, es ejercitar la misericordia de Jesús, es ejercitar la misericordia de la Iglesia y el Papa está llamando la atención sobre el tema de la misericordia porque este mundo de hoy día es un mundo inmisericorde. Si hubiera misericordia verdadera no habría tanta pobreza extrema, tanta miseria, tanta decadencia de la cultura, tanto delito, tanta violencia, tanta pérdida de una generación juvenil. Estas cosas ocurren porque no se ejerce la misericordia, porque hay un egoísmo atroz, porque el corazón está vuelto hacia uno mismo y no hacia el otro, porque nos miramos siempre a nosotros mismos, miramos nuestro ombligo, en lugar de mirar al que tenemos delante, al que tenemos al lado.
Hoy quería anunciarles esta noticia del Año Santo Jubilar de la Misericordia si bien el Santo Padre ya ha hablado varias veces de este tema y ahora, sin duda, hablará mucho más. Incluso ha sacado un documento muy importante, el sábado pasado, para anunciarlo y para explicar qué espera de nosotros la Iglesia en este Año Santo. Por mi parte, amigos televidentes, los voy preparando desde ahora si bien, en este espacio, seguiremos hablando de todo esto. Hasta la semana que viene.
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Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata
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