En el reciente documento presentado por la CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS
llamado:"DIRECTORIO HOMILÉTICO"(Vaticano, 2014)
al referirse a la lectura del Antiguo Testamento en la Misa in Cena Domini destaca los puntos que debiera considerar el predicador sagrado (homileta)
ANTIGUO TESTAMENTO
EL RECUERDO DEL
BANQUETE PASCUAL QUE PRECEDIÓ AL EXODO.
NUEVO TESTAMENTO
EL MANDATUM:
“HAGAN ESTO EN
CONMEMORACIÓN MÍA”
La institución de la
Sagrada Eucaristía
39. «El Jueves Santo,
en la misa vespertina, el recuerdo del banquete que precedió al éxodo ilumina,
de un modo especial, el ejemplo de Cristo lavando los pies de los discípulos y
las palabras de Pablo sobre la institución de la Pascua cristiana en la Eucaristía»
(OLM 99). El Triduo Pascual se inicia con la Misa vespertina, en la cual la
Liturgia recuerda la institución de la Eucaristía por parte del Señor. Jesús ha
entrado en la Pasión con la celebración de la cena como viene prescrita en la
primera lectura del antiguo Testamento: cada palabra e imagen se remonta a lo
que Cristo mismo ha anticipado en la mesa, su muerte portadora de vida. Las
palabras tomadas del libro del Éxodo (Ex 12,1-8, 11-14) encuentran su
significado final en la Cena Pascual de Jesús, la misma Cena que ahora estamos
celebrando.
40. «Cada familia
se juntará con su vecino para procurarse un animal». Nosotros somos tantas
familias que hemos venido al mismo lugar y nos hemos procurado un cordero.
«Será un animal sin defecto, macho, de un año». Nuestro cordero sin defecto es
el mismo Jesús, el Cordero de Dios. «toda la asamblea de Israel lo matará al
atardecer». Escuchando estas palabras, comprendemos que somos nosotros la
entera asamblea del nuevo Israel, reunida al atardecer; Jesús se deja inmolar
mientras entrega su Cuerpo y su Sangre por nosotros. «Tomaréis la sangre y
rociaréis las dos jambas y el dintel de la casa donde lo comáis. Esa noche
comeréis la carne, asada a fuego». Tenemos que cumplir estos preceptos mientras
llevamos la Sangre de Jesús a nuestros labios y consumimos la carne del Cordero
en el pan consagrado.
41. Se recomienda
consumir este alimento con «la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un
bastón en la mano; y os lo comeréis a toda prisa». Esta es una descripción de
nuestra vida en el mundo. La cintura ceñida sugiere estar preparados para la
huida, pero evocando, también, la escena del mandatum descrito en el Evangelio
de esta tarde y en el gesto que sigue a la homilía; estamos llamados a ponernos
al servicio del mundo como caminantes cuya verdadera casa no está aquí. Es en
este punto de la lectura, cuando se nos insiste que tenemos que comer a toda
prisa como quien se está preparando para huir, cuando el Señor nombra
solemnemente la Fiesta: «Es la Pascua (pesach en hebreo) del Señor. Esta noche
heriré a todos los primogénitos de la tierra de Egipto ... cuando yo vea la
sangre, pasaré de largo ante vosotros». El Señor combate por nosotros, porque
podemos vencer a nuestros enemigos, el pecado y la muerte, y nos protege por
medio de la Sangre del Cordero.
42. El anuncio
solemne de la Pascua concluye con un último mandamiento: «Este será un día
memorable para vosotros ... como ley perpetua lo festejaréis». No solo la
fidelidad a este mandamiento mantiene viva la Pascua en todas las generaciones
desde los tiempos de Jesús y más allá, sino, también, nuestra fidelidad a su
mandamiento: «Haced esto en conmemoración mía», mantiene en comunión con la
Pascua de Jesús a todas las sucesivas generaciones de cristianos. Y es
justamente esto lo que estamos cumpliendo en este momento, mientras damos
inicio al Triduo de este año. Es una «Fiesta memorable» instituida por el
Señor, un «rito perpetuo», una reactualización litúrgica del don de sí mismo
por parte de Jesús.
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