LA DIVINA MISERICORDIA
Pensamientos de San Josemaría Escrivá de Balaguer
¡Mira qué entrañas de misericordia tiene la
justicia de Dios! —Porque en los juicios humanos, se castiga al que confiesa su
culpa: y, en el divino, se perdona.
¡Bendito sea el santo Sacramento de la
Penitencia!
Camino, 309
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Otra caída... y ¡qué caída!...
¿Desesperarte?... No: humillarte y acudir, por María, tu Madre, al Amor
Misericordioso de Jesús. —Un "miserere" y ¡arriba ese corazón! —A
comenzar de nuevo.
Camino, 711
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Acostúmbrate a poner tu pobre corazón en el
Dulce e Inmaculado Corazón de María, para que te lo purifique de tanta escoria,
y te lleve al Corazón Sacratísimo y Misericordioso de Jesús.
Surco, 830
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Sí, tienes razón: ¡qué hondura, la de tu
miseria! Por ti, ¿dónde estarías ahora, hasta dónde habrías llegado?...
"Solamente un Amor lleno de misericordia puede seguir amándome", reconocías.
"Solamente un Amor lleno de misericordia puede seguir amándome", reconocías.
—Consuélate: Él no te negará ni su Amor ni su Misericordia, si le buscas.
Forja, 897
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En este torneo de amor no deben
entristecernos las caídas, ni aun las caídas graves, si acudimos a Dios con
dolor y buen propósito en el sacramento de la Penitencia.
Es Cristo que pasa, 75
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El cristiano no es un maníaco coleccionista
de una hoja de servicios inmaculada. Jesucristo Nuestro Señor se conmueve tanto
con la inocencia y la fidelidad de Juan y, después de la caída de Pedro, se
enternece con su arrepentimiento. Comprende Jesús nuestra debilidad y nos atrae
hacia sí, como a través de un plano inclinado, deseando que sepamos insistir en
el esfuerzo de subir un poco, día a día. Nos busca, como buscó a los dos
discípulos de Emaús, saliéndoles al encuentro; como buscó a Tomás y le enseñó,
e hizo que las tocara con sus dedos, las llagas abiertas en las manos y en el
costado. Jesucristo siempre está esperando que volvamos a Él, precisamente
porque conoce nuestra debilidad.
Es Cristo que pasa, 75
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Si consideramos las cosas despacio, veremos
que un Dios Creador es admirable; un Dios, que viene hasta la Cruz para
redimirnos, es una maravilla; ¡pero un Dios que perdona, un Dios que nos
purifica, que nos limpia, es algo espléndido! ¿Cabe algo más paternal?
¿Vosotros guardáis rencor a vuestros hijos? ¿Verdad que no? Así Dios Nuestro
Señor, en cuanto le pedimos perdón, nos perdona del todo. ¡Es estupendo!
Palabras de san Josemaría
recogidas en el libro “Antes, más y mejor” de Lázaro Linares, ediciones Rialp
2001
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Si alguna vez caes, hijo, acude prontamente
a la Confesión y a la dirección espiritual: ¡enseña la herida!, para que te
curen a fondo, para que te quiten todas las posibilidades de infección, aunque
te duela como en una operación quirúrgica.
Forja, 192
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