MAITINES EN EL CONVENTO
Soneto de José María Pemán
Se estremecen los aires al toque de maitines
con un largo quejido lastimero y sonoro.
El alba está rayando… y en un sitial del coro
un fraile encapuchado murmura unos latines.
Tienen sus ojos lumbres de estáticos amores
que inundan su semblante de beatífica calma,
y tras su cuerpo flaco, se transparenta el alma
como el sol tras las grandes vidrieras de colores.
Todo invita al arrobo de los grandes delirios:
la voz de las campanas, el olor de los cirios,
el silencio del claustro, la salida del sol…
y en la luz misteriosa que al éxtasis convida,
como por un milagro, parecen cobrar vida
los ángeles de talla del viejo facistol.
José María Pemán
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