"Lauda
Sion Salvatorem"
"Glorifica, Sión a tu Salvador"
"Glorifica, Sión a tu Salvador"
En
la Solemnidad del Corpus Domini
Es un Himno (secuencia litúrgica) que la Iglesia canta o recita antes del Evangelio,
en la Misa de la solemnidad de Corpus
Christi. Fue compuestao por Santo Tomás de Aquino tras la creación de la misa de Corpus
Domini en 1264.
Su texto explica la
doctrina del Santísimo Sacramento con precisión acabada y en un latín puro y conciso.
Según el gran
liturgista Dom Guéranger: “Es aquí donde el más alto poder de una escolástica, no descarnada y
trunca como la de hoy, sino jugosa y completa, como la de la Edad Media, ha
sabido plegar el ritmo de la lengua latina a la exposición clara y precisa de
un dogma, tan abstracto para el teólogo, como dulce y consolador para el
corazón de los fieles”.
Su meditación pausada es un ejercicio espiritual de gran profundidad
ante el admirable Misterio de la Fe.
Aquí la traducción en el actual Leccionario, del original latino:
SECUENCIA DE CORPUS CHRISTI
Glorifica, Sión, a
tu Salvador,
aclama con himnos y cantos
a tu Jefe y tu Pastor.
Glorifícalo cuanto puedas,
porque Él está sobre todo elogio
y nunca lo glorificarás bastante.
El motivo de alabanza
que hoy se nos propone
es el Pan que da la vida.
El mismo pan que en la Cena
Cristo entregó a los Doce,
congregados como hermanos.
Alabemos ese Pan con entusiasmo,
alabémoslo con alegría,
que resuene nuestro júbilo ferviente.
Porque hoy celebramos el día
en que se renueva la institución
de este sagrado Banquete.
En esta mesa del nuevo Rey,
la Pascua de la nueva alianza
pone fin a la Pascua antigua.
El nuevo rito sustituye al viejo,
las sombras se disipan ante la Verdad,
la Luz ahuyenta las tinieblas.
Lo que Cristo hizo en la Cena,
mandó que se repitiera
en memoria de su amor.
Instruidos con su enseñanza,
consagramos el pan y el vino
para el sacrificio de la salvación.
Es verdad de fe para los cristianos
que el pan se convierte en la Carne,
y el vino, en la Sangre de Cristo.
Lo que no comprendes y no ves
es atestiguado por la fe,
por encima del orden natural.
Bajo la forma del pan y del vino,
que son signos solamente,
se ocultan preciosas realidades.
Su Carne es comida, y su Sangre, bebida,
pero bajo cada uno de estos signos,
está Cristo todo entero.
Se lo recibe íntegramente,
sin que nadie pueda dividirlo
ni quebrarlo ni partirlo.
Lo recibe uno, lo reciben mil,
tanto éstos como aquél,
sin que nadie pueda consumirlo.
Es vida para unos y muerte para otros.
Buenos y malos, todos lo reciben,
pero con diverso resultado.
Es muerte para los pecadores y vida para los justos;
mira como un mismo alimento
tiene efectos tan contrarios.
Cuando se parte la hostia, no vaciles:
recuerda que en cada fragmento
está Cristo todo entero.
La realidad permanece intacta,
sólo se parten los signos,
y Cristo no queda disminuido,
ni en su ser ni en su medida.
* Este es el Pan de los ángeles,
convertido en alimento de los hombres peregrinos:
es el verdadero Pan de los hijos,
que no debe tirarse a los perros.
Varios signos lo anunciaron:
el sacrificio de Isaac,
la inmolación del Cordero pascual
y el maná que comieron nuestros padres.
Jesús, buen Pastor, pan verdadero,
ten piedad de nosotros:
apaciéntanos y cuídanos;
permítenos contemplar los bienes eternos
en la tierra de los vivientes.
Tú, que lo sabes y lo puedes todo,
tú, que nos alimentas en este mundo,
conviértenos en tus comensales del cielo,
en tus coherederos y amigos,
junto con todos los santos.
aclama con himnos y cantos
a tu Jefe y tu Pastor.
Glorifícalo cuanto puedas,
porque Él está sobre todo elogio
y nunca lo glorificarás bastante.
El motivo de alabanza
que hoy se nos propone
es el Pan que da la vida.
El mismo pan que en la Cena
Cristo entregó a los Doce,
congregados como hermanos.
Alabemos ese Pan con entusiasmo,
alabémoslo con alegría,
que resuene nuestro júbilo ferviente.
Porque hoy celebramos el día
en que se renueva la institución
de este sagrado Banquete.
En esta mesa del nuevo Rey,
la Pascua de la nueva alianza
pone fin a la Pascua antigua.
El nuevo rito sustituye al viejo,
las sombras se disipan ante la Verdad,
la Luz ahuyenta las tinieblas.
Lo que Cristo hizo en la Cena,
mandó que se repitiera
en memoria de su amor.
Instruidos con su enseñanza,
consagramos el pan y el vino
para el sacrificio de la salvación.
Es verdad de fe para los cristianos
que el pan se convierte en la Carne,
y el vino, en la Sangre de Cristo.
Lo que no comprendes y no ves
es atestiguado por la fe,
por encima del orden natural.
Bajo la forma del pan y del vino,
que son signos solamente,
se ocultan preciosas realidades.
Su Carne es comida, y su Sangre, bebida,
pero bajo cada uno de estos signos,
está Cristo todo entero.
Se lo recibe íntegramente,
sin que nadie pueda dividirlo
ni quebrarlo ni partirlo.
Lo recibe uno, lo reciben mil,
tanto éstos como aquél,
sin que nadie pueda consumirlo.
Es vida para unos y muerte para otros.
Buenos y malos, todos lo reciben,
pero con diverso resultado.
Es muerte para los pecadores y vida para los justos;
mira como un mismo alimento
tiene efectos tan contrarios.
Cuando se parte la hostia, no vaciles:
recuerda que en cada fragmento
está Cristo todo entero.
La realidad permanece intacta,
sólo se parten los signos,
y Cristo no queda disminuido,
ni en su ser ni en su medida.
* Este es el Pan de los ángeles,
convertido en alimento de los hombres peregrinos:
es el verdadero Pan de los hijos,
que no debe tirarse a los perros.
Varios signos lo anunciaron:
el sacrificio de Isaac,
la inmolación del Cordero pascual
y el maná que comieron nuestros padres.
Jesús, buen Pastor, pan verdadero,
ten piedad de nosotros:
apaciéntanos y cuídanos;
permítenos contemplar los bienes eternos
en la tierra de los vivientes.
Tú, que lo sabes y lo puedes todo,
tú, que nos alimentas en este mundo,
conviértenos en tus comensales del cielo,
en tus coherederos y amigos,
junto con todos los santos.
Amén.
Aleluya
En latín:
LAUDA Sion Salvatorem,
lauda ducem et pastorem, in hymnis et canticis. Quantum potes, tantum aude: quia maior omni laude, nec laudare sufficis. |
Laudis thema specialis,
panis vivus et vitalis hodie proponitur. Quem in sacrae mensa cenae, turbae fratrum duodenae datum non ambigitur. |
Sit laus plena, sit sonora,
sit iucunda, sit decora mentis iubilatio. Dies enim solemnis agitur, in qua mensae prima recolitur huius institutio. |
In hac mensa novi Regis,
novum Pascha novae legis, phase vetus terminat. Vetustatem novitas, umbram fugat veritas, noctem lux eliminat. |
Quod in coena Christus gessit,
faciendum hoc expressit in sui memoriam. Docti sacris institutis, panem, vinum in salutis consecramus hostiam. |
Dogma datur christianis,
quod in carnem transit panis, et vinum in sanguinem. Quod non capis, quod non vides, animosa firmat fides, praeter rerum ordinem. |
Sub diversis speciebus,
signis tantum, et non rebus, latent res eximiae. Caro cibus, sanguis potus: manet tamen Christus totus sub utraque specie. |
A sumente non concisus,
non confractus, non divisus: integer accipitur. Sumit unus, sumunt mille: quantum isti, tantum ille: nec sumptus consumitur. |
Sumunt boni, sumunt mali:
sorte tamen inaequali, vitae vel interitus. Mors est malis, vita bonis: vide paris sumptionis quam sit dispar exitus. |
Fracto demum sacramento,
ne vacilles, sed memento tantum esse sub fragmento, quantum toto tegitur. Nulla rei fit scissura: signi tantum fit fractura, qua nec status, nec statura signati minuitur. |
Ecce Panis Angelorum,
factus cibus viatorum: vere panis filiorum, non mittendus canibus. In figuris praesignatur, cum Isaac immolatur, agnus Paschae deputatur, datur manna patribus. |
Bone pastor, panis vere,
Iesu, nostri miserere: Tu nos pasce, nos tuere, Tu nos bona fac videre in terra viventium. Tu qui cuncta scis et vales, qui nos pascis hic mortales: tuos ibi commensales, coheredes et sodales fac sanctorum civium. Amen. Alleluia. |
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