¿QUIÉN ES ESTE
A QUIEN EL VIENTO Y EL MAR LE OBEDECEN? (Mt. 4, 41)
A QUIEN EL VIENTO Y EL MAR LE OBEDECEN? (Mt. 4, 41)
Que en el derrotero de
la vida seamos conducidos al puerto deseado y seguro gracias al buen Timonel
que usa bien de la brújula y las cartas de navegación, y a los buenos
vientos...
(de las
Sagradas Lecturas del Domingo 12 durante el año Ciclo B)
Los que
viajaban en barco por el mar,
contemplaron las obras del Señor,
sus maravillas en el océano profundo e inmenso.
contemplaron las obras del Señor,
sus maravillas en el océano profundo e inmenso.
Se
desató un vendaval,
una tempestad bravía e impetuosa
que encrespaba las olas del océano:
Los navegantes subían hasta el cielo,
y bajaban al abismo,
se sentían desfallecer por el mareo
se tambaleaban dando tumbos como ebrios,
y su pericia no les valía de nada.
una tempestad bravía e impetuosa
que encrespaba las olas del océano:
Los navegantes subían hasta el cielo,
y bajaban al abismo,
se sentían desfallecer por el mareo
se tambaleaban dando tumbos como ebrios,
y su pericia no les valía de nada.
Pero en medio del terror invocaron al Señor,
y Él los libró de sus tribulaciones:
cambió el huracán en una brisa suave
y se aplacaron las olas del mar.
Entonces
se alegraron de aquella calma,
y fueron conducidos al puerto deseado.
y fueron conducidos al puerto deseado.
(cfr. Ps.107, 23-27)
Y
también:
¿Quién
encerró con dos puertas al mar,
cuando él salía a borbotones del seno materno,
cuando le puse una nube por vestido y por pañales, densos nubarrones?
Yo tracé un límite alrededor de él, le puse cerrojos y puertas, y le dije: «Llegarás hasta aquí y no pasarás;
aquí se quebrará la soberbia de tus olas».
cuando él salía a borbotones del seno materno,
cuando le puse una nube por vestido y por pañales, densos nubarrones?
Yo tracé un límite alrededor de él, le puse cerrojos y puertas, y le dije: «Llegarás hasta aquí y no pasarás;
aquí se quebrará la soberbia de tus olas».
(cfr. Job, 38, 11)
Y como
corolario evangélico:
Entonces
se desató un fuerte vendaval,
y las
olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua.
Jesús
estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal.
Lo despertaron y le dijeron:
Lo despertaron y le dijeron:
«¡Maestro!
¿No te importa que nos ahoguemos?»
Despertándose, Él increpó al viento y dijo al mar: «¡Silencio! ¡Cállate!»
Despertándose, Él increpó al viento y dijo al mar: «¡Silencio! ¡Cállate!»
El viento
se aplacó y sobrevino una gran calma.
Después les dijo: «¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?»
Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros:
Después les dijo: «¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?»
Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros:
«¿Quién
es este, que hasta el viento y el mar le obedecen».
No hay comentarios:
Publicar un comentario