Centro de Profesionales de la Acción Católica "SANTO TOMÁS DE AQUINO" de Buenos Aires, Argentina.

20 de junio de 2015

CUANDO DIOS PARECE QUE DUERME

¿QUIÉN ES ESTE 
A QUIEN EL VIENTO Y EL MAR LE OBEDECEN? (Mt. 4, 41)

Que en el derrotero de la vida seamos conducidos al puerto deseado y seguro gracias al buen Timonel que usa bien de la brújula y las cartas de navegación, y a los buenos vientos...



(de las Sagradas Lecturas del Domingo 12 durante el año Ciclo B)

Los que viajaban en barco por el mar,
contemplaron las obras del Señor,
sus maravillas en el océano profundo e inmenso.
Se desató un vendaval,
una tempestad bravía e impetuosa
que encrespaba las olas del océano:
Los navegantes subían hasta el cielo,
y bajaban al abismo,
se sentían desfallecer por el mareo
se tambaleaban dando tumbos como ebrios,
y su pericia no les valía de nada.

Pero en medio del terror invocaron al Señor,
y Él los libró de sus tribulaciones:
cambió el huracán en una brisa suave
y se aplacaron las olas del mar.
Entonces se alegraron de aquella calma,
y fueron conducidos al puerto deseado.
(cfr. Ps.107, 23-27)



Y también:

¿Quién encerró con dos puertas al mar, 
cuando él salía a borbotones del seno materno, 
cuando le puse una nube por vestido y por pañales, densos nubarrones?
    Yo tracé un límite alrededor de él, le puse cerrojos y puertas, y le dije: «Llegarás hasta aquí y no pasarás; 

aquí se quebrará la soberbia de tus olas».
(cfr. Job, 38, 11)


Y como corolario evangélico:

Entonces se desató un fuerte vendaval,
y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua.
Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal.
    Lo despertaron y le dijeron:
«¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?»
    Despertándose, Él increpó al viento y dijo al mar: «¡Silencio! ¡Cállate!»
El viento se aplacó y sobrevino una gran calma.
    Después les dijo: «¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?»
    Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros:
«¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen».



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