PARA LLEGAR A LA EUCARISTÍA
SE NECESITA EL CAMINO DE EMAÚS
S.E.R. Timothy Dolan, cardenal y arzobispo de
Nueva York,
ha escrito una carta pastoral (titulada: “Señor, ¿a quién iremos?)
con fecha 26 de octubre de 2015
en la que explica a sus fieles su visión
sobre el reciente Sínodo sobre la familia
celebrado en Roma.
En relación a la polémica sobre el acceso a la
comunión de los divorciados vueltos a casar, el purpurado estadounidense es
claro.
La propuesta de los padres sinodales no cambia
para nada la enseñanza vigente.
El escudo del Cardenal Dolan lleva como lema "A quién iremos"
El cardenal Dolan aborda directamente en su Carta
lo propuesto por el Sínodo ante la polémica sobre los divorciados vueltos a
casar:
«Se ha dado mucha atención en la cobertura periodística
sobre el Sínodo si aquellos que se han casado sacramentalmente de forma
válida, divorciado y vuelto a casar civilmente, pueden recibir la Sagrada
Comunión (De hecho, ese tema no fue tan predominante en el Sínodo como en
la prensa). La práctica continuada de la Iglesia -recientemente
confirmada por San Juan Pablo II después del Sínodo sobre la familia de 1980 y
renovada por el papa Benedicto XVI después del Sínodo sobre la Eucaristía del
2005-- es que no pueden mientras la segunda unión conyugal continúe. Es
la consecuencia necesaria de lo que Jesús enseñó sobre el divorcio y el “re-casamiento”
y de lo que el apóstol San Pablo enseñó acerca de estar en estado de gracia para
recibir la Sagrada Comunión. Las propuestas finales de los obispos del
Sínodo no hicieron nada para alterar esa enseñanza».
El arzobispo de Nueva York destaca, como una de
las intervenciones más acertadas del Sínodo, la del cardenal Thomas Collis,
arzobispo de Toronto (Canadá), que estableció como línea de actuación de la
Iglesia lo que hizo Cristo con dos de sus fieles en el camino a Emaús.
Jesús se acercó. Les acompañó con
su presencia amorosa. Les preguntó acerca de su situación. Escuchó
su testimonio. Les reprendió por sus errores. Les enseñó acerca
de la verdad de las Escrituras. Se reveló a sí mismo en la Eucaristía.
En definitiva, restauró su esperanza y los llevó a la conversión.
El cardenal, dirigiéndose a sus fieles, les hace
la siguiente propuesta:
¿Puedo proponer un desafío para la Iglesia en
Nueva York después del Sínodo sobre la familia?
¡Vamos a imitar plenamente Emaús!
Muchos de los desacuerdos en el Sínodo sobre la
pastoral familiar surgieron de ofrecer una experiencia parcial del camino de
Emaús a los que
puede estar desanimados y andando en la noche. Pero un Emaús parcial no es
lo que quiere Jesús para su pueblo: no es lo que los Pastores de la Iglesia
están llamados a ofrecer como servicio. Si sólo acompañamos pero no
convertimos, entonces simplemente caminamos al lado de la gente en la noche más
lejos, lejos de la comunidad de fe en Jerusalén. Si sólo preguntamos y escuchamos,
estamos reteniendo la noticia salvadora de la salvación. Si solo reprendemos,
entonces afligimos a los que ya sufren. Si solo explicamos la verdad objetiva
de las Escrituras, no somos capaces de mostrar cómo es esa buena noticia para
cada persona en particular. Si traemos a la gente a la Eucaristía sin primero
prepararlos durante el camino para su conversión, no serán transformados por la
revelación de Cristo.
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