Es tarea de la Iglesia anunciar el matrimonio en su verdad.
Dejar de proclamar la verdad sobre la familia es grave omisión pastoral
Dejar de proclamar la verdad sobre la familia es grave omisión pastoral
Algunos textos de los
Papas
San Juan Pablo II y Benedicto XVI
San Juan Pablo II
·
La Iglesia es Madre y Maestra en el campo de la
moral conyugal
También en
el campo de la moral conyugal la Iglesia es y actúa como Maestra y Madre. Como Maestra,
no se cansa de proclamar la norma moral que debe guiar la transmisión
responsable de la vida. De tal norma la Iglesia no es ciertamente ni la autora
ni el árbitro. En
obediencia a la verdad que es Cristo, cuya imagen se refleja en la
naturaleza y en la dignidad de la persona humana, la Iglesia
interpreta la norma moral y la propone a todos los hombres de buena voluntad,
sin esconder las exigencias de radicalidad y de perfección. (Juan Pablo II. Encíclica
Familiaris consortio, sobre la misión de la familia cristiana en el mundo
actual, 22 de noviembre de 1981, n. 33)
·
Cualquier situación se puede afrontar desde la
coherencia cristiana
La fragilidad aumenta si domina la mentalidad divorcista, que el
Concilio denunció con vigor, porque lleva, muchas veces, a separaciones y a
rupturas definitivas. También una educación sexual mal concebida perjudica a la
vida de la familia. Cuando falta una preparación integral para el matrimonio,
que respete las etapas progresivas del crecimiento en el noviazgo, se reducen
las posibilidades de defensa en la familia. Por el contrario, no hay ninguna
situación difícil que no pueda afrontarse adecuadamente cuando se cultiva un
clima coherente de vida cristiana. El amor mismo, herido por el
pecado, es también un amor redimido. Es evidente que si falla la vida
sacramental, la familia cede más fácilmente a las insidias, porque se queda sin
defensas” (Juan Pablo II. Discurso a la
Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio para la Familia, 18 de octubre de
2002, n. 3)
·
La Iglesia ha aprendido con Cristo el camino para
la familia
La Iglesia conoce el camino por el que la familia
puede llegar al fondo de su más íntima verdad. Este camino, que la Iglesia ha
aprendido en la escuela de Cristo y en el de la historia,
—interpretada a la luz del Espíritu— no lo impone, sino que siente en sí la
exigencia apremiante de proponerla a todos sin temor, es más, con gran confianza
y esperanza, aun sabiendo
que la ‘buena nueva’ conoce el lenguaje de la Cruz. Porque es a través de
ella como la familia puede llegar a la plenitud de su ser y a la perfección del
amor” (Juan Pablo II. Encíclica
Familiaris consortio, sobre la misión de la familia cristiana en el mundo
actual, 22 de noviembre de 1981, n. 86)
·
Es tarea de la Iglesia anunciar el matrimonio en
su verdad
Frente a las dificultades y a los recursos de la familia de hoy, la Iglesia se
siente llamada a renovar la conciencia del encargo que ha recibido de Cristo en
relación al precioso bien del matrimonio y de la familia: la tarea de
anunciarlo en su verdad, de celebrarlo en su misterio y de vivirlo en la
existencia cotidiana de los que han sido ‘llamados por Dios a servirle en el
matrimonio’” (Juan Pablo II. Discurso a un
encuentro organizado por el Pontificio Consejo para la Familia con ocasión del
XX aniversario de la Humanae vitae, 7 de noviembre de 1988, n. 6)
·
Dejar de proclamar la verdad sobre la familia es
grave omisión pastoral
Conozco vuestro compromiso por defender y promover
esta institución [la familia], que tiene su origen en Dios y en su
plan de salvación. Hoy se observa una corriente muy difundida en algunas
partes, que tiende a debilitar su verdadera naturaleza. En efecto,
tanto en la opinión pública como en la legislación civil no faltan intentos de
equiparar meras uniones de hecho a la familia, o de reconocer como tal la unión
de personas del mismo sexo. Estas y otras anomalías nos llevan a proclamar, con
firmeza pastoral, la verdad sobre el matrimonio y la familia. Dejar de hacerlo
sería una grave omisión pastoral, que induciría a las personas al
error, especialmente a las que tienen la importante responsabilidad de tomar
decisiones sobre el bien común de la nación”. (Juan Pablo II. Discurso al
octavo grupo de obispos de Brasil en visita “ad limina”, 16 de noviembre de
2002, n. 4)
·
Redescubrir el originario plan divino para la
familia
Hoy es más urgente que nunca […] redescubrir el
valor de la familia, como comunidad basada en el matrimonio indisoluble de un hombre y de
una mujer que en el amor funden juntos su existencia y se abren al don de la
vida […].El
redescubrimiento de ese originario plan divino es de importancia decisiva, en
la crisis que atraviesa la humanidad en nuestra época. (Juan Pablo II. Ángelus, 26 de
diciembre de 1993, n. 2)
·
La familia está ordenada a Cristo y tiene
necesidad de su gracia
La Iglesia, iluminada por la fe, que le da a
conocer toda la verdad acerca del bien precioso del matrimonio y de la familia y acerca de
sus significados más profundos, […] está íntimamente convencida de que sólo con la
aceptación del Evangelio se realiza de manera plena toda esperanza puesta
legítimamente en el matrimonio y en la familia. Queridos por
Dios con la misma creación, matrimonio y familia están
internamente ordenados a realizarse en Cristo y tienen necesidad
de su gracia para ser curados de las heridas del pecado y ser devueltos ‘a su
principio’, es decir, al conocimiento pleno y a la realización integral del
designio de Dios. En un momento histórico en que la familia es
objeto de muchas fuerzas que tratan de destruirla o deformarla, la Iglesia, consciente de
que el bien de la sociedad y de sí misma está profundamente vinculado al bien
de la familia, siente
de manera más viva y acuciante su misión de proclamar a todos el designio de
Dios sobre el matrimonio y la familia” (Juan Pablo II. Encíclica
Familiaris consortio, 22 de noviembre de 1981, n. 3)
·
Cristo: solución frente a una “anticivilización”
destructora
La familia constituye la ‘célula’ fundamental de la sociedad. Pero hay necesidad de
Cristo —‘vid’ de la que reciben savia los ‘sarmientos’— para que esta
célula no esté expuesta a la amenaza de una especie de desarraigo cultural, que puede venir
tanto de dentro como de fuera. En efecto, si por un lado existe la
‘civilización del amor’, por otro está la posibilidad de una ‘anticivilización’
destructora, como demuestran hoy tantas tendencias y situaciones de hecho” (Juan Pablo II. Carta a las
familias, 2 de febrero de 1994, n. 13)
·
Otra solución: una verdadera catequización familiar
Es urgente, pues, una amplia
catequización sobre el ideal cristiano de la comunión conyugal y de la vida
familiar […]. No debe omitirse una seria preparación de
los jóvenes antes del matrimonio, en la que se presente con claridad la
doctrina católica, a nivel teológico, espiritual y antropológico sobre este sacramento.
[…] En la familia tampoco puede faltar la práctica de la oración en la que
se encuentren unidos tanto los cónyuges entre sí, como con sus hijos. A este
respecto, se han de fomentar momentos de vida espiritual en común: la participación en
la Eucaristía los días festivos, la práctica del sacramento de la
Reconciliación, la oración cotidiana en familia y obras concretas de caridad. Así se
consolidará la fidelidad en el matrimonio y la unidad de la familia” (Juan Pablo II. Exhortación
apostólica Ecclesia in America, 22 de enero de 1999, n. 46)
·
La fórmula es ir contracorriente para
salvaguardar la familia
En el mundo actual, en el que se están difundiendo algunas
concepciones equívocas sobre el hombre, sobre la libertad y sobre el amor
humano, no
debemos cansarnos nunca de volver a presentar la verdad sobre la familia, tal
como ha sido querida por Dios desde la creación. […] En especial
la estabilidad de la familia está hoy en peligro. Para salvaguardarla con
frecuencia es
necesario ir contracorriente con respecto a la cultura dominante, y esto exige
paciencia, esfuerzo, sacrificio y búsqueda incesante de comprensión mutua. Pero
también hoy los
cónyuges pueden superar las dificultades y mantenerse fieles a su
vocación, recurriendo
a la ayuda de Dios con la oración y participando asiduamente en los sacramentos, especialmente
en la Eucaristía” (Benedicto XVI. Discurso a los
participantes en la Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio para la Familia,
13 de mayo de 2006)
·
De la fe vivida con valentía brota una cultura
abierta a la familia
Este compromiso pastoral resulta más urgente por la crisis cada vez
más extendida de la vida conyugal y por el descenso de la
natalidad. […] En la complejidad de esas situaciones estáis llamados a
promover el sentido cristiano de la vida, mediante el anuncio explícito del
Evangelio, llevado con sano orgullo y con profunda alegría a los diversos
ámbitos de la existencia cotidiana. De la fe vivida con valentía brota, hoy
como en el pasado, una fecunda cultura hecha de amor a la vida, desde la
concepción hasta su término natural, de promoción de la dignidad de la persona, de exaltación de
la importancia de la familia, fundada en el matrimonio fiel y abierto a la vida, de compromiso
por la justicia y la solidaridad. Los actuales cambios culturales
exigen que seáis cristianos convencidos. (Benedicto XVI. Visita pastoral
a Aquilea y Venecia. Discurso en la Asamblea del Segundo Congreso de Aquilea, 7
de mayo de 2011)
·
Deber de presentar el valor del matrimonio
verdadero
Vuestro deber de pastores es presentar en toda su
riqueza el valor extraordinario del matrimonio que, como
institución natural, es ‘patrimonio de la humanidad’. Por otra parte, su elevación a la
altísima dignidad de sacramento debe ser contemplada con gratitud y estupor […]. Hoy es preciso
anunciar con renovado entusiasmo que el evangelio de la familia es un camino de
realización humana y espiritual, con la certeza de que el Señor está siempre
presente con su gracia. Este anuncio a menudo es desfigurado por falsas
concepciones del matrimonio y de la familia que no respetan el proyecto
originario de Dios. En este sentido, se han llegado a proponer nuevas
formas de matrimonio, algunas de ellas desconocidas en las culturas de los pueblos, en las que se
altera su naturaleza específica”. (Discurso a los Presidentes de
las Comisiones Episcopales para la Familia y la Vida de América Latina, 3 de
diciembre de 2005, n. 3-4)
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