BEATO KARL LEISNER,
sacerdote
UNA BIOGRAFÍA
"El Señor no
demanda de sus discípulos
un compromiso con
el mundo,
sino una profesión
de fe
que esté preparada
para el sacrificio de uno mismo.
Karl Leisner hizo
su profesión,
no sólo con sus
palabras, sino también con su vida y muerte.
En un mundo que
había llegado a ser inhumano,
él reconoció a
Cristo que es el Camino, la Verdad y la Vida"
(San Juan
Pablo II, homilía en su beatificación en Berlin, en 1996)
Karl Leisner nació el 28 de Febrero de 1915 en Rees,
Westfalia, un estado occidental de Alemania. En 1921, su familia se trasladó a
Kleve, una pequeña ciudad cercana. El padre de Karl, tesorero judicial, era un
hombre muy organizado, profundamente comprometido con la fe católica recibida
de sus antepasados y poseía una naturaleza enérgica e impetuosa. Su esposa,
agradable y amable, siempre tranquila y conciliadora, hacía brillar el amor en
su hogar.
Karl, un brillante y travieso niño, rebosante de
vida, primero hizo sus estudios primarios y luego entró al Colegio Secundario
fiscal en 1927. Buen estudiante, completó sus estudios con facilidad. Su
curiosidad era incansable; estaba constantemente buscando por qué las cosas
eran como eran. Su brillante sonrisa le abría los corazones. Después de conocer
al capellán de la Secundaria, el Padre Walter Vinnenberg, que tenía el don de
despertar entusiasmo, Karl, desarrolló sus talentos como líder y organizador
juvenil. Tenía 12 años cuando el sacerdote le sugirió que creara un grupo
juvenil, el Grupo San Werner. Aceptó, y comenzó a tomar apuntes de sus
reuniones. Sus apuntes llegaron a ser en Mayo del año 1928 el diario de su
alma, que permite al lector seguir el ascenso espiritual del joven líder.
«Dame la
fuerza, Señor!»
Las excursiones en bicicleta jugaron un gran
papel en las actividades del Grupo San Werner. Karl las describe en detalle y
con humor, Se celebraba una Misa antes de la partida, y cuando el capellán
podía acompañar a los muchachos, el Santo Sacrificio era el momento más
importante de cada día. Karl y sus amigos pasaban entretenidas horas armando
carpas, descubriendo ciudades y campos así como personas y sus actividades,
sobreponiéndose a obstáculos y sobrepasándose a si mismos guiando a otros
jóvenes a la luz de Dios. De naturaleza generosa, Karl, se adaptaba a cualquier
situación. Durante los descansos, los miembros tocaban la flauta y la guitarra
y cantaban canciones populares. De la misma manera hacían fervientes actos de
devoción a la Santísima Virgen María. Pronto, Karl fue nombrado el Jefe del
Movimiento católico Juvenil del distrito de Kleve. También le interesaba la
vida cívica y la política.
El adolescente desarrolló un increíble nivel de
madurez. Apenado por su caídas, rápidamente recuperaba la compostura. Después
de haber cometido un pecado escribió: "He
caído una vez más. ¡Eso es! ¡Muerte al pecado!..¡Permanece calmado y fuerte, a
pesar de las trivialidades y todas las voracidades de los sentidos! Deseo darme
fuerza a mí mismo - Soy una imagen del Dios Trino que es un solo Dios.
Restablecer en mi la unidad entre la voluntad y las acciones".
Karl no era un super-hombre, ni un santo con
aureola caído del cielo. Libró una difícil batalla espiritual. A una edad
temprana, decidió purificar su mente y corazón, y regular su conducta. Sus
resoluciones pueden resumirse así: orden
(en el alma, en el comportamiento externo, en las actividades), disciplina, piedad, y amor. En 1933,
escribió "Mi corazón está
intranquilo hasta que no descanse en Ti, Oh mi Dios!. Tú, Señor, eres orden,
belleza, la más profunda paz. Tu das la paz que el mundo no puede dar...Sin el
amor de Dios y la alegría en mi corazón, no puedo cumplir nada. ¡Con Dios, lo
tendré todo en mi! Dame la fuerza, Señor!"
En la Pascua de Resurrección de 1933, antes de
terminar su último año en la secundaria, Karl fue a Schoenstatt a un retiro
espiritual. En el corazón de la espiritualidad del Movimiento Apostólico de
Schoenstatt está la Alianza de Amor con María, por medio de la cual se es
conducido por la Santísima Virgen hacia Cristo, que lleva sus discípulos hacia
el Padre. Los miembros del Movimiento hacen también su camino hacia la
santidad, abandonándose en la Divina Providencia, con infancia espiritual,
mientras cumplen sus tareas diarias lo más perfectamente posible y con amor, no
importando cuan simple e insignificante pueda parecer a los ojos humanos.
Resistiendo la influencia de los tiempos
Sin embargo, en Enero de 1933, el Nacional
Socialismo había llegado al poder en Alemania. El 2 de Julio siguiente, las
autoridades clausuraron los edificios ocupados por las organizaciones católicas
y confiscaron sus propiedades. Karl escribió, "En el Colegio, las confrontaciones están poniéndose cada vez más
duras. Somos tachados como activistas católicos, enemigos del Reich... Estamos
todos bastante orgullosos por ello. A pesar de los numerosos momentos oscuros
que inspiran temor, estamos manteniendo muy en alto la bandera católica del
Movimiento Juvenil."
Muy pronto, el joven fue fichado y puesto en los
archivos de la Gestapo (la policía política). Procuró ser más prudente en sus
palabras, pero esto no significó que escondiera su fe cristiana, o entregara su
compromiso al Reich. Cada día, hacía el esfuerzo de levantarse temprano para ir
a Misa y recibir la Comunión. Su trabajo escolar serio impidió que los
directivos del Colegio lo expulsaran. Incluso se graduó con honores.
En el silencio de un retiro, en Diciembre de
1933, Karl examinó la pregunta de cuál carrera elegir. "La soledad me ha fortalecido, me ha dado el coraje final para
osar tomar sobre mí el peso de una vocación sacerdotal". Esta decisión
le dio paz al joven, pero posteriormente tuvo que enfrentar muchas batallas en
esta materia.
El 5 de Mayo de 1934 entró al Borromeum (N.T. Casa
de Borromeo, por San Carlos Borromeo) en Münster, una Casa que reunía a los
estudiantes que pretendían entrar al sacerdocio. Por dos años, estudió
filosofía y teología en la Universidad de Münster. Era un joven maduro que
sobresalió por su conducta delicada y llena de tacto.
El Obispo Clemens von Galen, cuya heroica
resistencia al Nacional Socialismo le ganó el apodo de "el león de
Münster", lo eligió como Jefe de la Juventud Católica diocesana. "La fe de Karl y el entusiasmo por
Cristo deberían ser un incentivo y un ejemplo, especialmente para los jóvenes
que están viviendo en un ambiente marcado por la incredulidad y la
indiferencia. Porque no son solo los dictadores políticos los que limitan la
libertad; se necesita coraje y fuerza para resistir la fuerza del espíritu de
los tiempos, orientados al consumismo, y al hedonismo auto-centrante, y
ocasionalmente rayando en la enemistad hacia la Iglesia o aún en el ateísmo
militante. (San Juan Pablo II, homilía en la beatificación de Karl Leisner).
«¡Tira todo el odio al fuego!»
En Junio de 1934 en una edición de una revista
mensual católica para jóvenes, Karl escribió: «Ardamos en amor por Cristo y por cada ser humano, y aún más, por cada
hermano y hermana de nuestra nación alemana! tiremos todo odio al fuego…
Para que podamos ver crecer llamas de amor y la eterna nostalgia del corazón de
los alemanes - un gran y poderoso pueblo unido cristianamente por el amor y el
respeto mutuo».
En la Pascua de Resurrección del año 1936, a Karl
se le exigió que continuara sus estudios por dos semestres en una Universidad
de su elección, dejó Münster y partió a Friburgo en Brisgovia (N.T al sur de
Alemania en la Selva Negra) . Desde ahí tuvo la buena suerte de visitar Roma y
de ser recibido en una audiencia por Pío XI, que en el lapso de cinco días,
había condenado al Nacional Socialismo (Encíclica Mit brennender sorge, Marzo
14) y al Comunismo (Encíclica Divini Redemptoris, Marzo 19, 1937).
En Friburgo Karl vivió con la familia Ruby donde
supervigiló los estudios de sus nueve hijos. Con la vida armoniosa de esta
familia ante sus ojos, Karl se preguntó a sí mismo si no podría el también
estar llamado a formar una familia cristiana. Sintió crecer su afecto por
Elizabeth, la hija mayor de la familia Ruby, pero guardó ese secreto para sí
mismo y no le confidenció nada a la joven.
El anhelo del
sacerdocio
Así empezó para él una larga y penosa batalla
entre el anhelo del sacerdocio y la vida familiar. A comienzos del año 1938,
pasó el examen de admisión al Seminario. Sin embargo la batalla entre su
vocación y la atracción por el matrimonio, siempre latente, volvía intensamente
a su alma, hasta fines de Junio, cuando una carta de Elizabeth, a quien el
había confidenciado su afecto, le inclinó a no abandonar su vocación
sacerdotal.
El 4 de Marzo del año 1939, Karl fue ordenado
subdiácono (N.T. Antiguamente existía ese así llamado primer grado del
sacramento del Orden -se hacía la promesa del celibato permanente y se era
introducido al estado clerical con obligación de rezar todos los días las Horas
del Oficio Divino-, y el Concilio Vaticano II lo eliminó, por no tener raíz
apostólica.) y el 25 de Marzo recibió el diaconado de manos del Obispo Von
Galen.
Por algún tiempo había estado en un estado de
extremo cansancio, y atribuía esta condición a su crisis vocacional. Pero sus
ataques de tos, que iban en aumento tenían otro origen. Un examen médico llegó
a un diagnóstico tremendo - tuberculosis avanzada. Karl quedó choqueado. Muy
rápidamente sin embargo recuperó su compostura: «Me tengo que recuperar». Fue enviado
a un Sanatorio en la Selva Negra. Poco a poco, su docilidad en seguir las
indicaciones médicas contribuyeron al mejoramiento de su estado de salud: la
recuperación parecía estar a la vista. Pero durante este tiempo estalló la
guerra. Europa estaba en llamas.
Un disgusto fatal
El 9 de Noviembre de 1939, la noticia de un atentado contra Hitler en Munich se conoció en el sanatorio. Karl estaba en su pieza cuando un amigo, que tenía muchas ilusiones alemanas acerca de un Tercer Reich (N.T.: nombre que se le daba a la nueva era que implicaría el nazismo), alegremente le contó que Hitler había salido ileso del atentado. «Que lástima que haya salido ileso» replicó Karl, que preveía la horrible tragedia a la cual el orgullo del Führer conduciría a Alemania y Europa. El amigo dejó la pieza furioso. Sin mala intención, pero presionado por las preguntas de pacientes reunidos no lejos de él, hizo saber los sentimientos de Karl. Pronto, Leisner fue acusado ante la Policía, y en el mismo día fue encerrado en la prisión de Friburgo.
Arropado con una tosca frazada, tendido en un
catre de hierro, tiritando de frío en una celda oscura, se sintió solo,
abandonado y condenado a una muerte inevitable. Los primeros días fueron
terribles. Pero poco a poco se calmó y sacó de su fe la fuerza para aceptar su
situación. Hizo su "fiat" y de todo corazón perdonó a aquellos que le
habían hecho mal, buscando consuelo en la Santísima Virgen María y en la
comunión de los santos.
El 16 de Marzo de 1940, Karl fue enviado al Campo
de concentración de Sachsenhausen, cerca de Berlín. Su nombre fue eliminado: desde
ahora en adelante, fue llamado por su número 17520. Su cabeza fue rapada, y fue
vestido con los pijamas a rayas propios de los prisioneros, «expulsado del
pueblo alemán,» no tuvo más ningún derecho. En el campo reinaba el temor del
azote y del trabajo sobrehumano impuesto, así como un hambre persistente y un
continuo temor por el futuro.
Karl animado por una alegría interior, se
destacaba entre sus compañeros por su sonriente optimismo. En Diciembre, en
vista de las solicitudes del Episcopado alemán, Himmler, la cabeza de los SS,
decidió reunir a todos los clérigos en un solo campo, Dachau, y someterlos a
condiciones menos inhumanas. El campo de concentración de Dachau, cerca de
Munich inicialmente diseñado para 8.000 prisioneros, llegó a tener cerca de
50.000; 15.000 prisioneros morían al año.
El número de sacerdotes detenidos llegó a más de
2.600, de los cuales unos mil murieron ahí. Sin embargo ellos tenían - un
consuelo inmenso - la oportunidad de asistir a Misa. El año 1942 fue difícil,
con un invierno helado y una primavera lluviosa. Cada mañana, los SS
prolongaban el llamado de los prisioneros congelados de frío, que estaban a
menudo empapados hasta los huesos, a la intemperie en la plaza de parada. La
salud de Karl no pudo soportarlo. Durante la noche del 15 de Marzo se rompió un
vaso sanguíneo pulmonar causando una hemorragia. Fue internado en la enfermería
donde permaneció dos meses. Tres veces volvió ahí, después de cortas estadías
en las barracas de los sacerdotes.
“El ángel del consuelo”
La "enfermería" era un lugar de muerte,
donde en salas indescriptiblemente abarrotadas y una patética desesperación los
hombres enfrentaban la muerte. Los jadeos y secos tosidos de los pacientes de
tuberculosis continuaban día y noche. Karl halló refugio en el Sagrado Corazón
de Jesús a través de la oración y súplica. De la Sagrada Comunión obtuvo su paz
y la fuerza para sonreír, la cual le era llevada regularmente en secreto. Tan
pronto como era capaz de levantarse de su lecho, iba de una cama a otra,
entregando palabras de ánimo y consuelo, iluminando los corazones con su
hermosa sonrisa. Fue pronto conocido como “el ángel del consuelo” y los
enfermos llegaron a confiar su aflicción a él.
Bajo su almohada, escondió siempre una caja con
hostias consagradas que distribuía, como diácono, a sus hermanos en la fe. Su
presencia fue especialmente reconfortante para los rusos deportados a los
cuales la muerte estaba diezmando en gran número. Gracias a los rudimentos que
había sido capaz de aprender de su lengua, más de uno oyó por primera vez
acerca de la agonía redentora de Jesús y de las Buenas Noticias del Padre que
nos ama y espera por nosotros.
"El Señor
no demanda de sus discípulos un compromiso con el mundo, sino una profesión de
fe que esté preparada para el sacrificio de uno mismo. Karl Leisner hizo su profesión,
no sólo con sus palabras, sino también con su vida y muerte. En un mundo que
había llegado a ser inhumano, el reconoció a Cristo quien sólo es el Camino, la
Verdad y la Vida" (San Juan Pablo II, homilía en su beatificación)
Como un prisionero enfermo, Karl fue contado
entre las "bocas inútiles". En Octubre de 1942 apareció en la lista
de los prisioneros que debían ser exterminados en las cámaras de gas. Dos
sacerdotes lograron que su nombre fuera tachado de la lista. "Cada día me ofrezco a la Santísima
Virgen, mi madre", escribió. "Ella
me ha conducido maravillosamente durante tres años de cautiverio".
Al comienzo de 1943, hubo una epidemia de tifus
en Dachau que cobró 6.000 víctimas. Karl escapó a la epidemia, porque el
pabellón de los tuberculosos estaba aislado del resto del campo. El 4 de Junio
escribió a un amigo, "Mirando hacia
atrás, estoy muy agradecido al Señor y a su bendita Madre. Si yo escuchara a la
pequeñez del corazón humano, desearía añorar un rápido retorno para verte de
nuevo. Pero el Señor sabe lo que es mejor". En la completa adversidad
de su situación, expresó un pensamiento heroico: agradeció a Dios por haberlo
unido a la Pasión de su Hijo por medio de estas pruebas.
Ordenado sacerdote en su lecho de enfermo preso
El 6 de Septiembre de 1944, un convoy de
prisioneros franceses llegó a Dachau, entre los cuales estaba el Obispo francés Gabriel Piguet. Pronto
un rumor corrió entre los prisioneros - "¿Por qué el Obispo no ordena a
Karl como sacerdote?" En su lecho de sufrimientos, Karl protestó,
"¿Ordenado en Dachau? ¡Impensable! Y además, ¡mi parroquia tiene derecho a
mi primera Misa!" Pero la idea siguió ganando lentamente terreno, y el 23
de Septiembre, el joven hombre enfermo solicitó la necesaria autorización a su
propio Obispo. A fines del año 44 el tercer Reich estaba perdiendo terreno
frente a los avances de los Aliados; la vigilancia de los SS a la
correspondencia se había relajado. Una mujer de 20 años de edad aseguró al
precio de su propia vida, la conexión entre los prisioneros y el mundo
exterior.
A comienzos de Diciembre de 1944, Karl recibió
una carta escrita por una de sus hermanas, que llevaban en medio del texto
estas palabras, manuscritas por alguien: "Autorizo
las ceremonias requeridas, provisto que ellas sean hechas válidamente y que
quede de ellas una prueba segura". Esto era seguido por la firma del
Obispo von Galen, a quien Pio XII no demoraría en hacerlo cardenal.
Desde ese momento la ordenación clandestina fue
preparada en gran secreto. Gracias a la complicidad de numerosos prisioneros,
se hizo un anillo episcopal de bronce, así como un báculo tallado de encina,
una mitra de seda y perlas y vestimentas hechas de tela púrpura. El Domingo de Gaudete,
el 17 de Diciembre, finalmente llegó. El Obispo fue revestido de vestimentas
pontificales. Karl, reconfortado por una inyección de cafeína, iba vestido con
el alba blanca y la estola de diácono. Llevaba en su brazo izquierdo la casulla
doblada, y en su mano derecha un cirio encendido. En verdad, fue tal la
preparación que nada fue dejado de lado hasta el último detalle. Las mejillas
rojas delataban la fiebre que devoraba al enfermo. La emoción de los
trescientos testigos, con quienes los otros 2300 sacerdotes en el campo estaban
unidos, era indescriptible.
El neopresbítero, revestido con la casulla que confeccionaron en el campo de concentración de Dachau.
Durante la ceremonia un prisionero judío tocó el
violín afuera, para distraer la atención de los guardias. Después de la Misa,
el Obispo Piguet y Karl se reunieron alrededor de un desayuno preparado por el
grupo de Pastores protestantes. Cuanta complicidad e ingenio fueron necesarios
para preparar este despliegue: mantel blanco de género, servicio de porcelana,
café y torta. "La ordenación sacerdotal de Karl Leisner fue un gran
acontecimiento para el grupo de Pastores protestantes", escribió su jefe,
el Dr. Ernst Wilm.
De vuelta entre los pacientes de tuberculosis,
Karl continuó su camino de la cruz. El 26 de Diciembre fue capaz de celebrar su
primera Misa. Escribió, "Después de
más de cinco años de oración y espera, los días se llenaron con una gran
felicidad... Que Dios pudiera, a través de la intercesión de Nuestra Señora,
responder nuestras oraciones de una forma tan misericordiosa y única, es algo
que todavía no puedo captar". Mientras su tuberculosis alcanzaba su
etapa final, el neo sacerdote dio testimonio de un total abandono a la Divina
Providencia.
El fin de la guerra se acercaba. El 29 de Abril
de 1945, los americanos tomaron el campo de concentración de Dachau. Al fin la
libertad para los sobrevivientes de esa terrible prisión! A comienzos de Mayo,
Karl fue llevado al sanatorio en Planegg, cerca de Munich. El anotó , "Reventando de felicidad! Gracias,
gracias .. Solo, en una pieza para mí, que felicidad!... En el silencio Dios
habla, aun a pesar de que estoy exhausto". Pero era muy tarde para
salvar al padre Leisner. Desde ahí en adelante, serían intensos sus
sufrimientos hasta el final. Unido con Cristo en la Cruz se ofreció a sí mismo
a Dios por la expiación de los pecados y la salvación de los hombres. A pesar
de sus dolores, permanecía alegre como siempre, apenas pensando en si mismo.
Escribió, "No perder el coraje ni la paciencia".
Retorno a las fuentes
El 16 de Junio hojeaba un espléndido libro
ilustrado sobre Europa. Entonces una plegaria surgió desde lo profundo de su
corazón, resumiendo todo su amor por la tierra europea. Él había vivido cinco
años en una Europa sufriente. Conocía el mal que la consumía. Pero también
conocía el remedio para ello, el cual lo llevó a este grito: "Oh pobre Europa, vuelve a tu Señor, Jesucristo! Ahí encontrarás
la fuente de los mas hermosos valores que tú tienes. Vuelve a las fuentes
serenas de la verdadera fuerza divina!"
El 29 de Junio de 1945, Karl, recibió la visita
de su padre y de su madre. Los tres estaban abrumados: "¡Estamos
juntos!" El 25 de Julio, Karl pudo celebrar una segunda Misa. Ese día,
terminó su diario espiritual con estas palabras: "También bendice, Oh
Todopoderoso a mis enemigos". Cuando le quedaban ocho días de vida dijo a
su madre, "Mamá, te tengo que decir algo - pero no estés triste. Yo sé que
voy a morir pronto, pero estoy feliz." La tarde del 8 de Agosto, llegaron
sus tres hermanas. ¡Que alegría poder conversar largo con ellas!. Finalmente el
12 de Agosto comenzó la agonía de su muerte, y expiró pacíficamente para unirse
al coro de los santos ángeles en el cielo.
Al proclamarlo
Beato el 23 de Junio de 1996, el Papa Juan Pablo II lo ofreció como un ejemplo:
"Karl Leisner nos alienta a permanecer en el camino que es Cristo. No
debemos cansarnos, aun cuando algunas veces el camino parece oscuro y nos
demanda sacrificio. Estemos atentos a los falsos profetas que desean mostrarnos
otros caminos. Cristo es el camino que nos conduce a la vida. Todos los demás
son rodeos o sendas equivocadas".
Recibamos esta recomendación del Papa con
confianza. San Benito, el padre del monacato y patrono de Europa, nos guíe
también en esa misma dirección. "Vean," dice en el Prólogo de su
Regla, "en su amorosa bondad, el Señor mismo nos muestra el camino a la
vida". Pidamos a Nuestra Señora que nos conduzca hacia la eterna Luz en la
paz y la alegría de Cristo.
Nota de los
Traductores:
La espiritualidad shoenstattiana de Karl Leisner, está manifiesta en toda su vida. Como una
sencilla pero elocuente señal ello quisiéramos recordar que en las estampas de su ordenación, Karl hizo escribir: "Servus Mariae nuncquam peribit". Y con motivo de su
ordenación nuestro padre fundador le escribió el siguiente poema:
El Señor te eligió sacerdote.
En ti quiere ir El bendiciendo por el mundo.
A través tuyo Él quiere ofrecer, orar, amar, sufrir
y apacentar aquí en la tierra a sus pequeñas ovejas.
La Madre que lo acompañó a lo largo de toda su vida,
te la dio Él para que esté junto a ti.
Permanece fiel a Ella en todas las circunstancias de tu vida.
Ella te ayudará a llevar alegremente las pesadas cargas.
Ella guiará tus sendas y las de los hijos de tu pastoreo,
hacia las riberas de la eternidad.
En ti quiere ir El bendiciendo por el mundo.
A través tuyo Él quiere ofrecer, orar, amar, sufrir
y apacentar aquí en la tierra a sus pequeñas ovejas.
La Madre que lo acompañó a lo largo de toda su vida,
te la dio Él para que esté junto a ti.
Permanece fiel a Ella en todas las circunstancias de tu vida.
Ella te ayudará a llevar alegremente las pesadas cargas.
Ella guiará tus sendas y las de los hijos de tu pastoreo,
hacia las riberas de la eternidad.
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