Centro de Profesionales de la Acción Católica "SANTO TOMÁS DE AQUINO" de Buenos Aires, Argentina.

10 de noviembre de 2015

EL VALOR INFINITO DE UNA MISA


BEATO KARL LEISNER, sacerdote

UNA BIOGRAFÍA


"El Señor no demanda de sus discípulos

un compromiso con el mundo,

sino una profesión de fe

que esté preparada para el sacrificio de uno mismo.

Karl Leisner hizo su profesión,

no sólo con sus palabras, sino también con su vida y muerte.

En un mundo que había llegado a ser inhumano,

él reconoció a Cristo que es el Camino, la Verdad y la Vida"


(San Juan Pablo II, homilía en su beatificación en Berlin, en 1996)




Karl Leisner nació el 28 de Febrero de 1915 en Rees, Westfalia, un estado occidental de Alemania. En 1921, su familia se trasladó a Kleve, una pequeña ciudad cercana. El padre de Karl, tesorero judicial, era un hombre muy organizado, profundamente comprometido con la fe católica recibida de sus antepasados y poseía una naturaleza enérgica e impetuosa. Su esposa, agradable y amable, siempre tranquila y conciliadora, hacía brillar el amor en su hogar.


Karl, un brillante y travieso niño, rebosante de vida, primero hizo sus estudios primarios y luego entró al Colegio Secundario fiscal en 1927. Buen estudiante, completó sus estudios con facilidad. Su curiosidad era incansable; estaba constantemente buscando por qué las cosas eran como eran. Su brillante sonrisa le abría los corazones. Después de conocer al capellán de la Secundaria, el Padre Walter Vinnenberg, que tenía el don de despertar entusiasmo, Karl, desarrolló sus talentos como líder y organizador juvenil. Tenía 12 años cuando el sacerdote le sugirió que creara un grupo juvenil, el Grupo San Werner. Aceptó, y comenzó a tomar apuntes de sus reuniones. Sus apuntes llegaron a ser en Mayo del año 1928 el diario de su alma, que permite al lector seguir el ascenso espiritual del joven líder.


«Dame la fuerza, Señor!»


Las excursiones en bicicleta jugaron un gran papel en las actividades del Grupo San Werner. Karl las describe en detalle y con humor, Se celebraba una Misa antes de la partida, y cuando el capellán podía acompañar a los muchachos, el Santo Sacrificio era el momento más importante de cada día. Karl y sus amigos pasaban entretenidas horas armando carpas, descubriendo ciudades y campos así como personas y sus actividades, sobreponiéndose a obstáculos y sobrepasándose a si mismos guiando a otros jóvenes a la luz de Dios. De naturaleza generosa, Karl, se adaptaba a cualquier situación. Durante los descansos, los miembros tocaban la flauta y la guitarra y cantaban canciones populares. De la misma manera hacían fervientes actos de devoción a la Santísima Virgen María. Pronto, Karl fue nombrado el Jefe del Movimiento católico Juvenil del distrito de Kleve. También le interesaba la vida cívica y la política.


El adolescente desarrolló un increíble nivel de madurez. Apenado por su caídas, rápidamente recuperaba la compostura. Después de haber cometido un pecado escribió: "He caído una vez más. ¡Eso es! ¡Muerte al pecado!..¡Permanece calmado y fuerte, a pesar de las trivialidades y todas las voracidades de los sentidos! Deseo darme fuerza a mí mismo - Soy una imagen del Dios Trino que es un solo Dios. Restablecer en mi la unidad entre la voluntad y las acciones".


Karl no era un super-hombre, ni un santo con aureola caído del cielo. Libró una difícil batalla espiritual. A una edad temprana, decidió purificar su mente y corazón, y regular su conducta. Sus resoluciones pueden resumirse así: orden (en el alma, en el comportamiento externo, en las actividades), disciplina, piedad, y amor. En 1933, escribió "Mi corazón está intranquilo hasta que no descanse en Ti, Oh mi Dios!. Tú, Señor, eres orden, belleza, la más profunda paz. Tu das la paz que el mundo no puede dar...Sin el amor de Dios y la alegría en mi corazón, no puedo cumplir nada. ¡Con Dios, lo tendré todo en mi! Dame la fuerza, Señor!"


En la Pascua de Resurrección de 1933, antes de terminar su último año en la secundaria, Karl fue a Schoenstatt a un retiro espiritual. En el corazón de la espiritualidad del Movimiento Apostólico de Schoenstatt está la Alianza de Amor con María, por medio de la cual se es conducido por la Santísima Virgen hacia Cristo, que lleva sus discípulos hacia el Padre. Los miembros del Movimiento hacen también su camino hacia la santidad, abandonándose en la Divina Providencia, con infancia espiritual, mientras cumplen sus tareas diarias lo más perfectamente posible y con amor, no importando cuan simple e insignificante pueda parecer a los ojos humanos.





Resistiendo la influencia de los tiempos


Sin embargo, en Enero de 1933, el Nacional Socialismo había llegado al poder en Alemania. El 2 de Julio siguiente, las autoridades clausuraron los edificios ocupados por las organizaciones católicas y confiscaron sus propiedades. Karl escribió, "En el Colegio, las confrontaciones están poniéndose cada vez más duras. Somos tachados como activistas católicos, enemigos del Reich... Estamos todos bastante orgullosos por ello. A pesar de los numerosos momentos oscuros que inspiran temor, estamos manteniendo muy en alto la bandera católica del Movimiento Juvenil."


Muy pronto, el joven fue fichado y puesto en los archivos de la Gestapo (la policía política). Procuró ser más prudente en sus palabras, pero esto no significó que escondiera su fe cristiana, o entregara su compromiso al Reich. Cada día, hacía el esfuerzo de levantarse temprano para ir a Misa y recibir la Comunión. Su trabajo escolar serio impidió que los directivos del Colegio lo expulsaran. Incluso se graduó con honores.


En el silencio de un retiro, en Diciembre de 1933, Karl examinó la pregunta de cuál carrera elegir. "La soledad me ha fortalecido, me ha dado el coraje final para osar tomar sobre mí el peso de una vocación sacerdotal". Esta decisión le dio paz al joven, pero posteriormente tuvo que enfrentar muchas batallas en esta materia.


El 5 de Mayo de 1934 entró al Borromeum (N.T. Casa de Borromeo, por San Carlos Borromeo) en Münster, una Casa que reunía a los estudiantes que pretendían entrar al sacerdocio. Por dos años, estudió filosofía y teología en la Universidad de Münster. Era un joven maduro que sobresalió por su conducta delicada y llena de tacto.


El Obispo Clemens von Galen, cuya heroica resistencia al Nacional Socialismo le ganó el apodo de "el león de Münster", lo eligió como Jefe de la Juventud Católica diocesana. "La fe de Karl y el entusiasmo por Cristo deberían ser un incentivo y un ejemplo, especialmente para los jóvenes que están viviendo en un ambiente marcado por la incredulidad y la indiferencia. Porque no son solo los dictadores políticos los que limitan la libertad; se necesita coraje y fuerza para resistir la fuerza del espíritu de los tiempos, orientados al consumismo, y al hedonismo auto-centrante, y ocasionalmente rayando en la enemistad hacia la Iglesia o aún en el ateísmo militante. (San Juan Pablo II, homilía en la beatificación de Karl Leisner).


«¡Tira todo el odio al fuego!»


En Junio de 1934 en una edición de una revista mensual católica para jóvenes, Karl escribió: «Ardamos en amor por Cristo y por cada ser humano, y aún más, por cada hermano y hermana de nuestra nación alemana! tiremos todo odio al fuego… Para que podamos ver crecer llamas de amor y la eterna nostalgia del corazón de los alemanes - un gran y poderoso pueblo unido cristianamente por el amor y el respeto mutuo».


En la Pascua de Resurrección del año 1936, a Karl se le exigió que continuara sus estudios por dos semestres en una Universidad de su elección, dejó Münster y partió a Friburgo en Brisgovia (N.T al sur de Alemania en la Selva Negra) . Desde ahí tuvo la buena suerte de visitar Roma y de ser recibido en una audiencia por Pío XI, que en el lapso de cinco días, había condenado al Nacional Socialismo (Encíclica Mit brennender sorge, Marzo 14) y al Comunismo (Encíclica Divini Redemptoris, Marzo 19, 1937).


En Friburgo Karl vivió con la familia Ruby donde supervigiló los estudios de sus nueve hijos. Con la vida armoniosa de esta familia ante sus ojos, Karl se preguntó a sí mismo si no podría el también estar llamado a formar una familia cristiana. Sintió crecer su afecto por Elizabeth, la hija mayor de la familia Ruby, pero guardó ese secreto para sí mismo y no le confidenció nada a la joven.


El anhelo del sacerdocio


Así empezó para él una larga y penosa batalla entre el anhelo del sacerdocio y la vida familiar. A comienzos del año 1938, pasó el examen de admisión al Seminario. Sin embargo la batalla entre su vocación y la atracción por el matrimonio, siempre latente, volvía intensamente a su alma, hasta fines de Junio, cuando una carta de Elizabeth, a quien el había confidenciado su afecto, le inclinó a no abandonar su vocación sacerdotal.


El 4 de Marzo del año 1939, Karl fue ordenado subdiácono (N.T. Antiguamente existía ese así llamado primer grado del sacramento del Orden -se hacía la promesa del celibato permanente y se era introducido al estado clerical con obligación de rezar todos los días las Horas del Oficio Divino-, y el Concilio Vaticano II lo eliminó, por no tener raíz apostólica.) y el 25 de Marzo recibió el diaconado de manos del Obispo Von Galen.


Por algún tiempo había estado en un estado de extremo cansancio, y atribuía esta condición a su crisis vocacional. Pero sus ataques de tos, que iban en aumento tenían otro origen. Un examen médico llegó a un diagnóstico tremendo - tuberculosis avanzada. Karl quedó choqueado. Muy rápidamente sin embargo recuperó su compostura: «Me tengo que recuperar». Fue enviado a un Sanatorio en la Selva Negra. Poco a poco, su docilidad en seguir las indicaciones médicas contribuyeron al mejoramiento de su estado de salud: la recuperación parecía estar a la vista. Pero durante este tiempo estalló la guerra. Europa estaba en llamas.


Un disgusto fatal


El 9 de Noviembre de 1939, la noticia de un atentado contra Hitler en Munich se conoció en el sanatorio. Karl estaba en su pieza cuando un amigo, que tenía muchas ilusiones alemanas acerca de un Tercer Reich (N.T.: nombre que se le daba a la nueva era que implicaría el nazismo), alegremente le contó que Hitler había salido ileso del atentado. «Que lástima que haya salido ileso» replicó Karl, que preveía la horrible tragedia a la cual el orgullo del Führer conduciría a Alemania y Europa. El amigo dejó la pieza furioso. Sin mala intención, pero presionado por las preguntas de pacientes reunidos no lejos de él, hizo saber los sentimientos de Karl. Pronto, Leisner fue acusado ante la Policía, y en el mismo día fue encerrado en la prisión de Friburgo.


Arropado con una tosca frazada, tendido en un catre de hierro, tiritando de frío en una celda oscura, se sintió solo, abandonado y condenado a una muerte inevitable. Los primeros días fueron terribles. Pero poco a poco se calmó y sacó de su fe la fuerza para aceptar su situación. Hizo su "fiat" y de todo corazón perdonó a aquellos que le habían hecho mal, buscando consuelo en la Santísima Virgen María y en la comunión de los santos.


El 16 de Marzo de 1940, Karl fue enviado al Campo de concentración de Sachsenhausen, cerca de Berlín. Su nombre fue eliminado: desde ahora en adelante, fue llamado por su número 17520. Su cabeza fue rapada, y fue vestido con los pijamas a rayas propios de los prisioneros, «expulsado del pueblo alemán,» no tuvo más ningún derecho. En el campo reinaba el temor del azote y del trabajo sobrehumano impuesto, así como un hambre persistente y un continuo temor por el futuro.



Karl animado por una alegría interior, se destacaba entre sus compañeros por su sonriente optimismo. En Diciembre, en vista de las solicitudes del Episcopado alemán, Himmler, la cabeza de los SS, decidió reunir a todos los clérigos en un solo campo, Dachau, y someterlos a condiciones menos inhumanas. El campo de concentración de Dachau, cerca de Munich inicialmente diseñado para 8.000 prisioneros, llegó a tener cerca de 50.000; 15.000 prisioneros morían al año.


El número de sacerdotes detenidos llegó a más de 2.600, de los cuales unos mil murieron ahí. Sin embargo ellos tenían - un consuelo inmenso - la oportunidad de asistir a Misa. El año 1942 fue difícil, con un invierno helado y una primavera lluviosa. Cada mañana, los SS prolongaban el llamado de los prisioneros congelados de frío, que estaban a menudo empapados hasta los huesos, a la intemperie en la plaza de parada. La salud de Karl no pudo soportarlo. Durante la noche del 15 de Marzo se rompió un vaso sanguíneo pulmonar causando una hemorragia. Fue internado en la enfermería donde permaneció dos meses. Tres veces volvió ahí, después de cortas estadías en las barracas de los sacerdotes.


“El ángel del consuelo”


La "enfermería" era un lugar de muerte, donde en salas indescriptiblemente abarrotadas y una patética desesperación los hombres enfrentaban la muerte. Los jadeos y secos tosidos de los pacientes de tuberculosis continuaban día y noche. Karl halló refugio en el Sagrado Corazón de Jesús a través de la oración y súplica. De la Sagrada Comunión obtuvo su paz y la fuerza para sonreír, la cual le era llevada regularmente en secreto. Tan pronto como era capaz de levantarse de su lecho, iba de una cama a otra, entregando palabras de ánimo y consuelo, iluminando los corazones con su hermosa sonrisa. Fue pronto conocido como “el ángel del consuelo” y los enfermos llegaron a confiar su aflicción a él.


Bajo su almohada, escondió siempre una caja con hostias consagradas que distribuía, como diácono, a sus hermanos en la fe. Su presencia fue especialmente reconfortante para los rusos deportados a los cuales la muerte estaba diezmando en gran número. Gracias a los rudimentos que había sido capaz de aprender de su lengua, más de uno oyó por primera vez acerca de la agonía redentora de Jesús y de las Buenas Noticias del Padre que nos ama y espera por nosotros.


"El Señor no demanda de sus discípulos un compromiso con el mundo, sino una profesión de fe que esté preparada para el sacrificio de uno mismo. Karl Leisner hizo su profesión, no sólo con sus palabras, sino también con su vida y muerte. En un mundo que había llegado a ser inhumano, el reconoció a Cristo quien sólo es el Camino, la Verdad y la Vida" (San Juan Pablo II, homilía en su beatificación)






Como un prisionero enfermo, Karl fue contado entre las "bocas inútiles". En Octubre de 1942 apareció en la lista de los prisioneros que debían ser exterminados en las cámaras de gas. Dos sacerdotes lograron que su nombre fuera tachado de la lista. "Cada día me ofrezco a la Santísima Virgen, mi madre", escribió. "Ella me ha conducido maravillosamente durante tres años de cautiverio".





Al comienzo de 1943, hubo una epidemia de tifus en Dachau que cobró 6.000 víctimas. Karl escapó a la epidemia, porque el pabellón de los tuberculosos estaba aislado del resto del campo. El 4 de Junio escribió a un amigo, "Mirando hacia atrás, estoy muy agradecido al Señor y a su bendita Madre. Si yo escuchara a la pequeñez del corazón humano, desearía añorar un rápido retorno para verte de nuevo. Pero el Señor sabe lo que es mejor". En la completa adversidad de su situación, expresó un pensamiento heroico: agradeció a Dios por haberlo unido a la Pasión de su Hijo por medio de estas pruebas.


Ordenado sacerdote en su lecho de enfermo preso



El 6 de Septiembre de 1944, un convoy de prisioneros franceses llegó a Dachau, entre los cuales estaba el Obispo francés Gabriel Piguet. Pronto un rumor corrió entre los prisioneros - "¿Por qué el Obispo no ordena a Karl como sacerdote?" En su lecho de sufrimientos, Karl protestó, "¿Ordenado en Dachau? ¡Impensable! Y además, ¡mi parroquia tiene derecho a mi primera Misa!" Pero la idea siguió ganando lentamente terreno, y el 23 de Septiembre, el joven hombre enfermo solicitó la necesaria autorización a su propio Obispo. A fines del año 44 el tercer Reich estaba perdiendo terreno frente a los avances de los Aliados; la vigilancia de los SS a la correspondencia se había relajado. Una mujer de 20 años de edad aseguró al precio de su propia vida, la conexión entre los prisioneros y el mundo exterior.


A comienzos de Diciembre de 1944, Karl recibió una carta escrita por una de sus hermanas, que llevaban en medio del texto estas palabras, manuscritas por alguien: "Autorizo las ceremonias requeridas, provisto que ellas sean hechas válidamente y que quede de ellas una prueba segura". Esto era seguido por la firma del Obispo von Galen, a quien Pio XII no demoraría en hacerlo cardenal.


Desde ese momento la ordenación clandestina fue preparada en gran secreto. Gracias a la complicidad de numerosos prisioneros, se hizo un anillo episcopal de bronce, así como un báculo tallado de encina, una mitra de seda y perlas y vestimentas hechas de tela púrpura. El Domingo de Gaudete, el 17 de Diciembre, finalmente llegó. El Obispo fue revestido de vestimentas pontificales. Karl, reconfortado por una inyección de cafeína, iba vestido con el alba blanca y la estola de diácono. Llevaba en su brazo izquierdo la casulla doblada, y en su mano derecha un cirio encendido. En verdad, fue tal la preparación que nada fue dejado de lado hasta el último detalle. Las mejillas rojas delataban la fiebre que devoraba al enfermo. La emoción de los trescientos testigos, con quienes los otros 2300 sacerdotes en el campo estaban unidos, era indescriptible.



El neopresbítero, revestido con la casulla que confeccionaron en el campo de concentración de Dachau.



Durante la ceremonia un prisionero judío tocó el violín afuera, para distraer la atención de los guardias. Después de la Misa, el Obispo Piguet y Karl se reunieron alrededor de un desayuno preparado por el grupo de Pastores protestantes. Cuanta complicidad e ingenio fueron necesarios para preparar este despliegue: mantel blanco de género, servicio de porcelana, café y torta. "La ordenación sacerdotal de Karl Leisner fue un gran acontecimiento para el grupo de Pastores protestantes", escribió su jefe, el Dr. Ernst Wilm.


De vuelta entre los pacientes de tuberculosis, Karl continuó su camino de la cruz. El 26 de Diciembre fue capaz de celebrar su primera Misa. Escribió, "Después de más de cinco años de oración y espera, los días se llenaron con una gran felicidad... Que Dios pudiera, a través de la intercesión de Nuestra Señora, responder nuestras oraciones de una forma tan misericordiosa y única, es algo que todavía no puedo captar". Mientras su tuberculosis alcanzaba su etapa final, el neo sacerdote dio testimonio de un total abandono a la Divina Providencia.


El fin de la guerra se acercaba. El 29 de Abril de 1945, los americanos tomaron el campo de concentración de Dachau. Al fin la libertad para los sobrevivientes de esa terrible prisión! A comienzos de Mayo, Karl fue llevado al sanatorio en Planegg, cerca de Munich. El anotó , "Reventando de felicidad! Gracias, gracias .. Solo, en una pieza para mí, que felicidad!... En el silencio Dios habla, aun a pesar de que estoy exhausto". Pero era muy tarde para salvar al padre Leisner. Desde ahí en adelante, serían intensos sus sufrimientos hasta el final. Unido con Cristo en la Cruz se ofreció a sí mismo a Dios por la expiación de los pecados y la salvación de los hombres. A pesar de sus dolores, permanecía alegre como siempre, apenas pensando en si mismo. Escribió, "No perder el coraje ni la paciencia".


Retorno a las fuentes


El 16 de Junio hojeaba un espléndido libro ilustrado sobre Europa. Entonces una plegaria surgió desde lo profundo de su corazón, resumiendo todo su amor por la tierra europea. Él había vivido cinco años en una Europa sufriente. Conocía el mal que la consumía. Pero también conocía el remedio para ello, el cual lo llevó a este grito: "Oh pobre Europa, vuelve a tu Señor, Jesucristo! Ahí encontrarás la fuente de los mas hermosos valores que tú tienes. Vuelve a las fuentes serenas de la verdadera fuerza divina!"


El 29 de Junio de 1945, Karl, recibió la visita de su padre y de su madre. Los tres estaban abrumados: "¡Estamos juntos!" El 25 de Julio, Karl pudo celebrar una segunda Misa. Ese día, terminó su diario espiritual con estas palabras: "También bendice, Oh Todopoderoso a mis enemigos". Cuando le quedaban ocho días de vida dijo a su madre, "Mamá, te tengo que decir algo - pero no estés triste. Yo sé que voy a morir pronto, pero estoy feliz." La tarde del 8 de Agosto, llegaron sus tres hermanas. ¡Que alegría poder conversar largo con ellas!. Finalmente el 12 de Agosto comenzó la agonía de su muerte, y expiró pacíficamente para unirse al coro de los santos ángeles en el cielo.


Al proclamarlo Beato el 23 de Junio de 1996, el Papa Juan Pablo II lo ofreció como un ejemplo: "Karl Leisner nos alienta a permanecer en el camino que es Cristo. No debemos cansarnos, aun cuando algunas veces el camino parece oscuro y nos demanda sacrificio. Estemos atentos a los falsos profetas que desean mostrarnos otros caminos. Cristo es el camino que nos conduce a la vida. Todos los demás son rodeos o sendas equivocadas".


Recibamos esta recomendación del Papa con confianza. San Benito, el padre del monacato y patrono de Europa, nos guíe también en esa misma dirección. "Vean," dice en el Prólogo de su Regla, "en su amorosa bondad, el Señor mismo nos muestra el camino a la vida". Pidamos a Nuestra Señora que nos conduzca hacia la eterna Luz en la paz y la alegría de Cristo.


Dom Antoine Marie osb.





Nota de los Traductores:


La espiritualidad shoenstattiana de Karl Leisner, está manifiesta en toda su vida. Como una sencilla pero elocuente señal ello quisiéramos recordar que en las estampas de su ordenación, Karl hizo escribir: "Servus Mariae nuncquam peribit". Y con motivo de su ordenación nuestro padre fundador le escribió el siguiente poema:


El Señor te eligió sacerdote.
En ti quiere ir El bendiciendo por el mundo.
A través tuyo Él quiere ofrecer, orar, amar, sufrir
y apacentar aquí en la tierra a sus pequeñas ovejas.
La Madre que lo acompañó a lo largo de toda su vida,
te la dio Él para que esté junto a ti.
Permanece fiel a Ella en todas las circunstancias de tu vida.
Ella te ayudará a llevar alegremente las pesadas cargas.
Ella guiará tus sendas y las de los hijos de tu pastoreo,
hacia las riberas de la eternidad.


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