ADVIENTO:
LA ESPERA
DEL SEÑOR
"¡Estén alertas y despiertos!"
De un autor católico argentino
Señor, Señor: no hay nada
que, en el dolor del mundo,
no espere con profundo
deseo tu llegada.
La tierra desvalida,
con toda su tristeza,
reposa en la certeza
final de tu Venida.
Y el mar, el mar inmenso,
con toda su amargura,
descansa en la segura
verdad de tu descenso.
La larga noche aguanta
su sombra dura y terca
pues nota que se acerca
tu Aurora eterna y santa.
Y el sol desfalleciente
soporta su agonía
pues ve la cercanía
del Tuyo sin poniente.
El hombre dolorido
se encierra en su alma oscura,
buscando en su negrura
tu Brillo prometido.
Y atento a lo más hondo
de su inmortal esencia
vislumbra la inminencia
de tu Esplendor sin fondo.
Señor, Señor: apura
tu paso compasivo
hacia el lugar nativo
de toda desventura.
Traspasa el silencio
vacío que separa
la Eternidad preclara
y el tiempo tenebroso.
Y ven con tu Alegría
segura y duradera
a quien con fe sincera
te espera noche y día.
Francisco Luis Bernárdez
que, en el dolor del mundo,
no espere con profundo
deseo tu llegada.
La tierra desvalida,
con toda su tristeza,
reposa en la certeza
final de tu Venida.
Y el mar, el mar inmenso,
con toda su amargura,
descansa en la segura
verdad de tu descenso.
La larga noche aguanta
su sombra dura y terca
pues nota que se acerca
tu Aurora eterna y santa.
Y el sol desfalleciente
soporta su agonía
pues ve la cercanía
del Tuyo sin poniente.
El hombre dolorido
se encierra en su alma oscura,
buscando en su negrura
tu Brillo prometido.
Y atento a lo más hondo
de su inmortal esencia
vislumbra la inminencia
de tu Esplendor sin fondo.
Señor, Señor: apura
tu paso compasivo
hacia el lugar nativo
de toda desventura.
Traspasa el silencio
vacío que separa
la Eternidad preclara
y el tiempo tenebroso.
Y ven con tu Alegría
segura y duradera
a quien con fe sincera
te espera noche y día.
Francisco Luis Bernárdez
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