SAN FRANCISCO JAVIER
Confesor, misionero, religioso y sacerdote de la Compañía de Jesús
Patrono de las misiones católicas
Apóstol insigne de la India y el
extremo Oriente
El compañero de estudios de San Ignacio de
Loyola en la “La Sorbona” de París, luego de constituida la Compañía de Jesús,
es enviado por el fundador a misionar en el extremo Oriente. Javier sale de
Lisboa el 7 de abril de 1541 hacia las Indias, el día que cumplía 35 años.
Viaje apostólico a las Indias de San Francisco Javier (1541-1552)
La excelsa pluma de José María Pemán, gran escritor español, describe el momento de la despedida de ambos en su obra “El divino impaciente”.
Son versos de una altísima mística, que
muestran el corazón apostólico de ambos santos. Y son muy oportunos para este
tiempo de Adviento.
Dice FRANCISCO JAVIER
(Arrodillándose ante el P. Ignacio)
(Arrodillándose ante el P. Ignacio)
Dice
el Padre IGNACIO de Loyola
Yo te bendigo, Javier:
que Dios bendiga tus hechos.
(Pausa. Alza los ojos un instante al cielo)
A
grandes empresas vas
y no hay peligro más cierto
que este de que, arrebatado
por el afán del suceso,
se te derrame por fuera
lo que debes guardar dentro.
y no hay peligro más cierto
que este de que, arrebatado
por el afán del suceso,
se te derrame por fuera
lo que debes guardar dentro.
La vida interior importa
más que los actos externos;
no hay obra que valga nada
si no es del amor reflejo.
La rosa quiere cogollo
donde se agarren sus pétalos.
Pídele a Dios cada día
oprobios y menosprecios,
que a la gloria, aun siendo gloria
por Cristo, le tengo miedo.
No te acuestes una noche
sin tener algún momento
meditación de la muerte
y el juicio, que a lo que entiendo,
dormir sobre la esperanza
de estos hondos pensamientos
importa más que tener
por almohada, piedra o leño.
Cada mañana tendrás
con la Señora, algún tierno
coloquio, donde le digas
esos dolores secretos
que a la Madre se le dicen
de modo más desenvuelto
que no al Padre, que por ser
el Padre, da más respeto.
Mézclame, de vez en cuando,
en el trabajo requiebros
y jaculatorias breves,
que lo perfuman de incienso.
Ni el rezo estorba al trabajo,
ni el trabajo estorba al rezo.
Trenzando juncos y mimbres
se pueden labrar, a un tiempo,
para la tierra un cestillo
y un rosario para el cielo.
Escríbeme, a menudo,
tus andanzas y sucesos:
ni los agrandes por vano,
ni los calles por modesto;
que de Dios serán las glorias
y tuyos solos los yerros.
(Con honda emoción, poniendo
sus manos sobre la cabeza de Javier.)
Piensa que ya en esta vida
no volveremos a vernos.
Te emplazo para la gloria,
que para los dos la espero,
por la bondad del Señor,
que no por méritos nuestros.
Mientras tanto, Javier mío,
porque no nos separemos,
llévame en tu corazón,
que en mi corazón te llevo.
José María Pemán
Apóstol insigne de la India
Castillo de Javier, en Navarra, España, donde nació Francisco.
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