Ante las
noticias que llegan acerca de una “sanción verbal” de parte de la Arquidiócesis
de Sevilla, hacia el Padre Santiago González, sacerdote y párroco en esa
arquidiócesis española, prohibiéndole publicar sus escritos y homilías en
medios escritos o digitales (como el blog apologético ADELANTE LA FE que él creó),
transcribimos una de esas notas de dicho joven presbítero andaluz, que
aceptó dicha inexplicable norma con total obediencia.
PER
CRUCEM AD LUCEM
En algunos sectores católicos se está haciendo
hincapié en este lema: “no es necesario el esfuerzo
moral ni la conversión personal que ello implica”.
Decía Santa Rosa de Lima:
«Conozcan todos que la Gracia sigue a
la Tribulación. Sepan todos que sin el peso de las aflicciones no se llega al
colmo de la Gracia. Comprendan que, conforme al acrecentamiento de los
trabajos, se aumenta juntamente la medida de los carismas. Que nadie se engañe:
ésta es la única verdadera escala al Paraíso, y fuera de la Cruz no hay otro
camino por donde se pueda subir al Cielo»
Hoy día, desde los sectores que pretenden NO la
conversión de los corazones a Dios sino la adaptación de la Iglesia a las
«nuevas situaciones» (o sea a los pecados), se lanza un mensaje sutil de afirmación de la Alegría en
detrimento del esfuerzo moral. Sí: esfuerzo moral, que no voluntarismo
ni pelagianismo, que nace de aceptar la Cruz con lo que lleva implícito, es
decir, lucha contra el pecado personal y el egoísmo que lo sostiene.
Y desde esos sectores (teológicos, pastorales,
corporativos) se lanzan afirmaciones que se convierten ya en Tópicos firmes:
·
«Todos estamos salvados,
hagamos lo que hagamos, por la misericordia de Dios»
·
«No es necesario el esfuerzo moral, ya que el Espíritu Santo lo hace todo»
«No es necesario el esfuerzo moral, ya que el Espíritu Santo lo hace todo»
·
“Cada cual actúe según su conciencia» (sin cuidar la formación de la misma)”
“Cada cual actúe según su conciencia» (sin cuidar la formación de la misma)”
Entonces desde esas premisas, se va
«configurando» una nueva forma de vivir la fe, de ser «Iglesia», y de
presentarla a los demás con una marca «renovada» de ALEGRÍA que, en lugar de
evangelizar a los «de fuera» consigue que se secularice a los «de dentro» en
aras no a una Conversión de los corazones a Cristo sino más bien procurando una
«Des-Conversión» de la Iglesia que se mimetiza con la mundanidad.
Y aquí están los frutos de este árbol:
En la
LITURGIA:
Desaparición del Sacrificio para presentarlo todo desde la pachanga fácil de la
emotividad alimentada a través de recursos de laboratorio sólo humano y
horizontal. Exaltación de lo descuidado y el “feísmo” como sinónimo de «pobreza
cristiana». Ridiculización del Misterio y de toda referencia trascendente que
no sea exclusivamente la Resurrección.
En la
ECLESIOLOGÍA:
Redundancia del concepto veterotestamentario de «Pueblo de Dios» frente al
«Cuerpo de Cristo» (ya neotestamentario y cristológico). Presentación de una
Iglesia con débil y acomplejada identidad.
En la
CATEQUESIS:
Eliminación de toda enseñanza referida al Pecado, la Escatología (infierno,
purgatorio, juicio), la Doctrina Moral Católica, y sustitución (o absorción) de
la misma por una formación humanista de corte sentimental que encuentre excusas
éticas a toda responsabilidad personal. En definitiva: asumir como propios los
análisis de la realidad hechos por el liberalismo y el marxismo.
En la
ESPIRITUALIDAD:
Progresivo psicologismo que convierte la fe en ideología, la esperanza en
utopía y en proyecto de vida, y la caridad en solidaridad que no comprometa
toda la vida.
Ante esta corriente, afirmemos la ALEGRÍA CRISTIANA, por supuesto, pero
siempre desde la CRUZ como Cristo nos enseñó. Porque si despreciamos el
esfuerzo moral (o sea la Cruz), como nos enseña el Santo Cura de Ars, entonces
la Cruz nos perseguirá y no será ya puente a la Gloria sino losa que hunde toda
la vida eterna.
Padre Santiago González
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