CUARESMA: TIEMPO
DE PENITENCIA
La Penitencia es una palabra muy poco escuchada
hoy día, aún en ámbitos eclesiásticos, y también podríamos decir, muy desacreditada de un tiempo para acá.
Algunos ni siquiera han oído hablar de ella.
Pero … ¿se han fijado a cuántas limitaciones y
exigencia se someten los deportistas, por ejemplo, y todos los que quieren lograr
alguna meta? Ejercicios, madrugadas, entrenamientos, dietas,
competencias, más entrenamientos, etc, etc.
¿O las disciplinas a que se somete alguna para
rebajar de peso: dietas, ejercicios, masajes, exámenes médicos,
cirugías, etc?
Más importante: Huelgas
de hambre para lograr democracia y libertad, en que se pone de veras en
peligro la salud y la vida por un ideal.
O sea, para las cosas materiales, sí hacemos
sacrificios, nos sometemos a exigencias e incomodidades.
Pero para Dios y nuestra vida espiritual, eso no
hace falta, o hace daño, o es demasiada molestia.
En la vida espiritual tenemos una meta: nuestra salvación eterna.
Entonces … ¿qué podemos hacer para mejorar nuestra alma, para lograr nuestra
meta final que es nuestra salvación eterna? ¿Qué podemos hacer para
disciplinarnos en la vida espiritual?
* ¿En qué consiste hacer penitencia?
Consiste en oponernos a nuestros deseos, a lo
que nos provoca, a lo que nos resulta fácil, a lo que nos hace sentir
bien, a lo cómodo.
La penitencia nos ayuda a disciplinar las
exigencias del cuerpo para quedar más libres para amar más y mejor a
Dios, para cumplir sus mandamientos y hacer su Voluntad.
La penitencia sirve para dominar lo material
en nosotros, lo que llamamos la carne, para que nuestra parte espiritual
quede más libre. Es decir, para que nuestro entendimiento dotado de
inteligencia y nuestra voluntad dotada de libertad sean más libres
para optar por Dios.
Con la penitencia afirmamos nuestra voluntad
para acercarla más a la Voluntad de Dios.
* ¿Cómo hacer penitencia?
La Iglesia habla en este Tiempo de Cuaresma de
ayuno. Significa refrenarnos en las comidas. No significa hacer
dietas. Pero también tiene un sentido de ascesis personal buscando una vida más
austera y sobria.
Es quitarnos cosas que nos gustan, como
los dulces. O comer cosas que no nos gustan, o comerlas aunque estén
frías. Beber agua natural, si nos gusta fría o abstenernos de los
refrescos y tomar agua solamente.
Pero también hay otros ayunos que no
son comida: de cigarrillo, de televisión, de Internet, de redes
sociales y chateo.
¡Qué bien nos haría personalmente y qué bien
haríamos dedicando parte del tiempo que pasamos ante el televisor o en
internet o en chateo, para orar solos o en familia, en leer y
meditar la Biblia con la enseñanza de la Iglesia, o en hacer alguna obra buena en favor de
alguien necesitado de una enseñanza, de un consejo o de una ayuda
cualquiera!
El cardenal Juan Luis
Cipriani, arzobispo de Lima,
expresaba al comienzo
de la Cuaresma del año 2012;
“Este tiempo de Cuaresma es un tiempo fuerte de penitencia, oración y limosna.
Son tiempos para desprendernos de tantas preocupaciones y seriamente ponernos delante de
Jesús en la cruz”,
mencionó el Arzobispo de Lima.
“Verás como la Cuaresma trae un espíritu nuevo, un corazón nuevo
y de esa manera la Iglesia seguirá iluminando con su paz, serenidad y verdad.
El Señor está a nuestro lado, especialmente en la Eucaristía”,
prosiguió.
Asimismo, el Pastor de Lima animó a los fieles congregados en la
Catedral de Lima a estar muy unidos a Jesús en la Cuaresma.
“No le des al cuerpo todo lo que te pide, en la Cuaresma tenemos
días de abstinencia, para limitar un poco ese reclamo del cuerpo que quiere
esclavizarte, reclamo del alma que también hay que someterla con la humildad”.
“Al mismo tiempo es una ocasión para practicar la penitencia que
te dice: más oración. Te aconsejo: ponte delante de la cruz como hacía San
Francisco y pídele a Jesús que te hable y enseñe desde la cruz.
Y la limosna, que no solamente es dar dinero a los demás, sino
tantas veces es dar de tu tiempo, de tu corazón, amistad y paciencia, y saber
acudir a todos, entre amigos, hermanos y familiares”, reconoció.
También recordó que la vida del cristiano se caracteriza por la
lucha contra el pecado.
“La vida es lucha de amor, misericordia y paz. No es contra
nadie, es contra la concupiscencia (inclinación hacia el pecado a causa
del pecado original) que está dentro de nosotros, o por la soberbia que a veces
te impide conocer las cosas; o contra el amor propio; o contra ese afán de
abusar de los demás; o contra la injusticia; o contra el egoísmo”.
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