NOÉ Y EL DILUVIO UNIVERSAL:
el número “8”
Una de las
magníficas obras de arte del siglo XVI son las llamadas PUERTAS DEL PARAÍSO en el Baptisterio de Florencia.
Siguiendo una
tradición del renacimiento, el Baptisterio está fuera del templo y, en este
caso, se encuentra ubicada frente a la catedral de Florencia de Santa María del Fiore. Es obra
del escultor y orfebre italiano Lorenzo
Ghiberti quien la comenzó en 1425 y la finalizó en 1452.
Esta puerta,
de bronce, tiene varios paneles con representaciones de hechos bíblicos, que
aluden al Bautismo.
La puerta tiene dos
batientes. Sus dimensiones son 5,20 metros de altura, 3,10 de ancho y 11
centímetros de grosor, el conjunto pesa ocho toneladas.
Las puertas se componen de 10
escenas del Antiguo Testamento por cada batiente:
·
Adán y Eva,
·
Caín y Abel,
·
Noé,
·
Abraham,
·
Isaac, Esaú y Jacob,
·
José,
·
Moisés,
·
Josué,
·
David y Goliat
·
Salomón con la reina de
Saba
Cada escena se ha trabajado en bronce y se encuentra dorada a la hoja. En
las Puertas del Paraíso se puede apreciar el alto, medio y bajo relieve con el
que Ghiberti consigue sensaciones de profundidad y corporeidad en los objetos y
personajes, además de sombras y perspectiva. Las puertas están hechas de bronce
dorado.
En la foto de
abajo se observa la parte del panel que muestra a Noé saliendo del Arca, al
concluir el Diluvio.
Curiosamente el
Arca tiene forma de pirámide (!). El artista del renacimiento sigue así una
tradición casi olvidada de Orígenes, Padre de la Iglesia, que en su libro
"Contra Celso" IV,41, afirmaba que ésta era la forma de la nave de
Noé. En realidad toda una metáfora geométrica de la Iglesia y el Cosmos...
Refiere a la conclusión del Diluvio: por la puerta
de abajo salen los ocho
navegantes (Noé, su esposa, sus tres hijos y tres nueras), por la
ventana de arriba salen las aves. Dios aparece nimbado por el Arco Iris.
El número “8”
es símbolo de la Resurrección (“… el octavo día) y del don del Bautismo.
Ese número
está nombrado en la Primera Carta del apóstol San Pedro que se lee en este
primer domingo de Cuaresma:
“Cristo
murió una vez por nuestros pecados -siendo justo, padeció por los injustos-
para llevarnos a Dios. Entregado a la muerte en su carne, fue vivificado en el
Espíritu. Y entonces fue a hacer su anuncio a los espíritus que estaban
prisioneros, a los que se resistieron a creer cuando Dios esperaba
pacientemente, en los días en que Noé construía el arca. En ella, unos pocos -ocho en total- se
salvaron a través del agua. Todo esto es figura del bautismo”.
1 Pe 3, 18-19
Además, para los antiguos,
los hijos de Noé (Sem, Cam y Jafet) son los padres de las tres razas
identificadas con los tres continentes conocidos de la época, de manera que los
cristianos siempre vimos esto como imagen de la universalidad del Don del
Bautismo.
Por encima de las puertas, una escultura representa el Bautismo de Jesucristo en el río Jordán.
(Agradecemos la aportación del Padre Alexis Louvet)
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