NO SÓLO HAY
QUE DEFENDER LA TIERRA, EL AGUA Y EL AIRE COMO DONES DE LA CREACIÓN SINO, SOBRE
TODO, PROTEGER LA NATURALEZA DEL SER HUMANO
“El término ´gender´ o ´ideología del
género´
se reduce a la auto-emancipación del hombre de la creación y del Creador”
"Cuando la Iglesia habla
de la naturaleza del ser humano como hombre y mujer,
y pide que se respete este orden de la creación,
no es una metafísica superada".
se reduce a la auto-emancipación del hombre de la creación y del Creador”
"Cuando la Iglesia habla
de la naturaleza del ser humano como hombre y mujer,
y pide que se respete este orden de la creación,
no es una metafísica superada".
Del discurso del Papa Benedicto
XVI a la Curia Romana, en la Sala Clementina vaticana, del 22 de diciembre de
2008.
Dado
que la fe en el Creador es parte esencial del Credo cristiano, la
Iglesia no puede y no debe limitarse a transmitir a sus fieles sólo el mensaje
de la salvación. Tiene una responsabilidad con respecto a la creación y debe cumplir
esta responsabilidad también en público.
Al hacerlo, no sólo debe defender la
tierra, el agua y el aire como dones de la creación que pertenecen a todos.
También debe proteger al hombre contra la destrucción de sí mismo.
Es
necesario que haya algo como una
ecología del hombre, entendida correctamente. Cuando la Iglesia habla de la naturaleza del ser
humano como hombre y mujer, y pide que se respete este orden de la creación, no
es una metafísica superada. Aquí, de hecho, se trata de la fe en el Creador
y de escuchar el lenguaje de la creación, cuyo desprecio sería una
autodestrucción del hombre y, por tanto, una destrucción de la obra misma de
Dios.
Lo
que con frecuencia se expresa y entiende con el término "gender", se reduce en
definitiva a la auto-emancipación del hombre de la creación y del Creador. El
hombre quiere hacerse por sí solo y disponer siempre y exclusivamente por sí
solo de lo que le atañe.
Pero
de este modo vive contra la verdad, vive contra el Espíritu creador.
Ciertamente, los bosques tropicales merecen nuestra protección, pero también la
merece el hombre como
criatura, en la que está inscrito un mensaje que no significa contradicción de
nuestra libertad, sino su condición.
Grandes
teólogos de la Escolástica calificaron el matrimonio, es decir, la unión de un hombre y
una mujer para toda la vida, como sacramento de la creación, que el Creador mismo instituyó y que
Cristo, sin modificar el mensaje de la creación, acogió después en la historia
de la salvación como sacramento de la nueva alianza.
El
testimonio en favor del Espíritu creador presente en la naturaleza en su
conjunto y de modo especial en la naturaleza del hombre, creado a imagen de
Dios, forma parte del anuncio que la Iglesia debe transmitir. Partiendo de esta
perspectiva, sería conveniente releer la encíclica Humanae
vitae: el Papa Pablo VI tenía la intención de defender el amor
contra la sexualidad como consumo, el futuro contra la pretensión exclusiva del
presente y la naturaleza del hombre contra su manipulación.
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