LA REALEZA DE MARÍA Y SU MEDIACIÓN POR LA PAZ
"La realeza de
María es una realidad ultraterrena, que al mismo tiempo, sin embargo, penetra
hasta lo más íntimo de los corazones y los conmueve en lo profundo de su
esencia, en lo que ellos poseen de espiritual e inmortal.
"El origen de las
glorias de María, el momento solemne que ilumina a toda su persona y misión es
aquel en que, llena de gracia, dirigió al arcángel Gabriel el FIAT con que
expresaba su consentimiento al mandato divino. Se convirtió así en Madre de
Dios y Reina, y recibió la misión real de velar por la unidad y por la paz del
género humano. Por su mediación tenemos la firme esperanza de que la humanidad
se encaminará por esta senda de salvación.
"¿Qué podrían hacer
los cristianos en esta época en la que la unidad y la paz del mundo, y hasta
las propias fuentes de la vida, están en peligro, si no se volvieran a mirar
hacia aquella que se les presenta revestida del poder real?. Así como Ella
envolvió antes en su manto al Divino Infante, primogénito de todas las
criaturas y de la creación entera (Col. I,15), así también se digna ahora en
envolver a todos los hombres y a todos los pueblos con el cuidado de su
vigilante ternura. Se digna como Sede de la Sabiduría, que hace brillar la
verdad de las palabras inspiradas, que la Iglesia le aplica: «Por mí reinan los
reyes y los magistrados administran la justicia. Por mí los príncipes mandan y
los nobles gobiernan con rectitud» (Prov. VIII, 15-16).
"Si hoy el mundo
combate sin descanso para conquistar su unidad y para asegurar la paz, la petición
a María Reina es, además de todos los
medios humanos a nuestro alcance y de los intentos materiales, siempre
imperfectos, el clamor de la Fe y de la Esperanza cristiana, firmes y animados
en las promesas divinas y en los auxilios inagotables, que esta mediación
maternal de María extiende para la salvación de la humanidad"
Pío XII, "Discurso del 1 de noviembre de 1954
En estos tiempos turbulentos de la Argentina,
la invocamos con especial fervor:
¡REGINA PACIS!
ora pro nobis.
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